Ivan Jancárek. | Pere Bota

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Ivan Jancárek es el embajador de la República Checa en España y en el Principado de Andorra desde octubre de 2018. Diplomático de carrera, ha llegado a asumir cargos relevantes en el Ministerio de Asuntos Exteriores y como embajador en Brasil, Venezuela, Guyana y Surinam, y en Dinamarca. Habla inglés, portugués, ruso, español y alemán, y ha sido condecorado con la Orden de Rio Branco (2013) y la medalla de Juscelino Kubitschek (2012). El embajador fue recibido ayer por el Govern y el Consell de Mallorca con motivo de su primera visita oficial en Balears para conocer el trabajo institucional que se está realizando tras la crisis sanitaria.

¿Qué opina de que el Govern haya obligado a cerrar locales en dos áreas de Mallorca para regular el turismo incívico?

—Es responsabilidad de un gobierno tomar decisiones para solventar los problemas. Durante la reunión con el conseller Iago Negueruela he podido conocer que la visión para la recuperación de este sector en las Islas es tener un turismo familiar y sostenible. Por ello, si hay áreas que pueden afectar a este tipo de visitante, los representantes tienen que poner limitaciones. Mi visita en Mallorca se ha centrado en conocer cómo están las Islas en este sentido.

¿Qué representan las Balears para la población checa?

—Sobre todo, mar. Cabe destacar que cada año, un tercio de los turistas checos que visitan España eligen Balears, es decir, 120.000 personas. Es cierto que el problema que hay es que España compite con destinos como Grecia, Turquía y Túnez. El checo busca que el destino que elijan le aporte seguridad, ocio y comodidad.

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¿Cuántos residentes checos hay en las Islas? ¿Se han planteado medidas para incentivar este tipo de turismo?

—Actualmente hay alrededor de 1.500 residentes checos en Balears. Sin embargo, es tarea del Govern y de las touroperadoras atraer a este tipo de turismo. Mi principal trabajo es, en este sentido, considerar este destino como seguro para visitar. Y mi impresión es que Mallorca es seguro.

Sin embargo, ¿cuál es su punto de vista con respecto a la gestión de la crisis? Chequia ha actuado rápido para frenar la curva de contagios.

—No creo que un país haya actuado mejor o peor. Es cierto que Chequia registra 355 fallecidos por COVID-19, pero hablamos de un país de 10 millones de habitantes frente a los casi 47 millones en España. La pandemia ha tenido una repercusión muy fuerte en toda Europa. Si embargo, hay que diferenciar que la edad media entre ambos territorios es un factor importante; también la cultura y, finalmente, que este país ha tenido una necesidad de suministros sanitarios. Destacaría también la solidaridad que tuvo la República Checa con España en proporcionar equipos médicos.

¿Cómo ha afrontado la Embajada el estado de alarma?

—Ha sido una experiencia que no querría volver a repetir. El trabajo desde la Embajada fue duro porque al principio no sabíamos cómo lidiar con esta situación tan compleja. Por otra parte, hemos ayudado a muchos ciudadanos a solventar los problemas. Cada día recibíamos una media de trescientas llamadas. No podemos volver a repetir algo así.