Roberto Teruel murió con coronavirus a los 29 años. | C. Cordero

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Roberto Teruel se quedó a las puertas de cumplir las 30 primaveras, ya que tuvo la mala fortuna de contagiarse del brote del nuevo coronavirus. En concreto, falleció el pasado 19 de marzo y su cumpleaños era el día 2 de abril.

Carmen Cordero cree que su hijo se contagió de COVID-19 en el centro de día al que acudía y recuerda con dolor cómo comenzó todo. «Lo empecé a notar decaído, pero no tenía tos, ni fiebre, pero me pedía Espidifen», explica.

Todo fue muy rápido. El jueves 12 de marzo la llamaron del centro de día y Carmen lo llevó a su doctora. Ella no le notó nada, pero como era población de riesgo le recetó un antibiótico para mitigar la fiebre y una posible infección.

Al día siguiente ya no fue al centro y empezó a tener fiebre. El sábado 14 de marzo la fiebre fue en aumento y comenzó a respirar raro. Llamaron al 061 y lo llevaron al hospital, donde lo ingresaron. Le hicieron la prueba del coronavirus y dio positivo.

Carmen avisó a todas las personas con las que habían estado en contacto para que adoptasen las medidas oportunas. Lamentablemente, Roberto murió cinco días después de su ingreso, el 19 de marzo.

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Al dolor inmenso que supone la pérdida de un hijo tan joven, la familia de Roberto tuvo que añadir todas las dificultades que lleva aparejadas el estado de alarma aprobado en España para contener la pandemia. «Lo tuve que dejar allí y venirme a casa cuando falleció. No le pude hacer ni velatorio. Lo tuvo que ir a recoger la única de mis hermanas que no había estado en contacto con él durante los últimos 14 días, porque el resto estábamos en cuarentena».

Carmen tiene las cenizas de su hijo en casa, viven en Andratx, y se encuentra en tratamiento para poder superar el enorme palo que le ha dado la vida. Gracias a la medicación y a los paseos con su hermana se encuentra mejor. Además, tiene un hijo un año menor que Roberto, que es un gran apoyo.

Roberto, en el centro, junto a su hermano y su madre
Roberto, en el centro, con su hermano y su madre.

Roberto tenía el síndrome de Rubinstein-Taybi, con un 87% de discapacidad, y era muy feliz y alegre. Su madre recuerda que le encantaba salir y beber Coca-Cola en una copa. «Los fines de semana íbamos a cenar y disfrutaba de beber su Coca-Cola en una copa», recuerda con cariño. Además, señala que se entretenía mucho con la tablet y con la Nintendo.

Roberto con su madre, sus tías, su abuela y sus primas
Roberto con su madre, sus tías, su abuela y sus primas.

Palabras de recuerdo de Carmen Cordero para su hijo:

«19 de marzo de 2020. El peor día de mi vida. Siempre decía que nunca iba a estar sola, porque tú estarías siempre conmigo y qué equivocada estaba. ¡Te fuiste y me dejastes! Eras mi vida y comenzar sin ti es muy difícil. Pasan los días y mi corazón llora tu ausencia, te extraño muchísimo y cada día se me hace más difícil estar sin ti. Dicen que soy fuerte, pero mis fuerzas flaquean. Necesito que tú me ayudes desde donde estés. Estás presente en cada silencio, en cada latido de mi corazón y en cada uno de mis pensamientos. Siempre fuiste y serás mi niño. Tarde o temprano estaremos juntos. TE QUIERO ROBER ❤️❤️❤️... BSS AL CIELO 😘😘😘».