Iván Vázquez Chamorro es una de las víctimas mortales que el coronavirus se ha cobrado en Baleares. | Miriam Chamorro

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Iván Vázquez Chamorro es una de las víctimas mortales que el coronavirus se ha cobrado en Baleares. Una cifra muy abultada, bajo la que se esconde la pérdida de la vida de muchas personas y el dolor inmenso de sus familias.

Iván falleció el pasado 23 de marzo, con sólo 33 años de edad. Miriam Chamorro explica muy emocinoada que su hijo sufrió falta de oxígeno durante el parto y tenía parálisis cerebral infantil. Esto le ocasionó «un retardo mental severo» y, pese a tener 33 años, su edad mental era de 3-4 años.

Miriam señala que «su estado de salud, en general, era bueno» y destaca que «nunca había padecido neumonía ni otras enfermedades pulmonares». Sin embargo, la pandemia de la COVID-19 se cruzó en su camino.

Su madre sostiene que Iván se contagió en el Centro de Día Mater Misericordia. «Allí con otros usuarios contrajo coronavirus». Miriam recuerda con mucho dolor todo el proceso médico; ella desde el primer momento sospechó que su hijo tenía COVID-19.

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Su hijo empezó a tener síntomas el 9 de marzo y ese día ya no lo envió al centro de día; lo notó decaído y con una tos muy suave. En ese momento comenzaron las llamadas al médico. La madrugada del domingo 16 de marzo decidió llevarlo al hospital, del que lamentablemente no volvió a salir con vida. Allí le detectaron una neumonía severa, le hicieron la prueba y dio positivo en COVID-19. Una semana después, murió en el hospital.

Iván nació en Argentina y vivía en Mallorca desde hacía 16 años. Los cuidados de su familia le habían permitido llevar lo mejor posible su enfermedad. Su grado de dependencia era del 98 %, pero gracias a la medicación tenía controlada la epilepsia.

Sus padres y su hermana lo adoraban.

Su madre explica con dolor que Iván ha dejado un vacío enorme en casa, ya que lo hacían todo con él, y asegura que era muy cariñoso. Su habitación sigue tal y como cuando el dormía allí, con su manta de los Simpson, la serie que tanto le gustaba.

Su habitación sigue igual que cuando Iván dormía allí.

Su madre le dedica estas palabras.

«Iván, fuiste un tesoro que Dios puso en mis manos por 33 años, 6 meses y 10 días para cuidarlo, portador del amor y la belleza misma de Dios, creado a Su imagen y semejanza, allí donde los demás veían a alguien con discapacidad yo podía ver el amor de Dios hacia mí al darme la posibilidad de disfrutar de tu vida. Fuiste el mejor maestro que pude tener, aprendí miles de cosas, entre ellas a amar sin límites, a tener paciencia y a contemplar la perfección en lo humanamente imperfecto, llegaste a mi vida siendo puro y te despedimos de la misma manera, siendo puro, no sabías de odio, de envidia, de indiferencia, porque sólo sabías amar. Vinieron a buscarte los ángeles y sé por fe que voy a verte otra vez, cuando Dios quiera, y será para toda la eternidad, guardo los besos y abrazos que ya no puedo darte, estás en mi corazón y en el de papá y tu hermana Rocío. ¡Te amamos! ¡Extrañamos tus abrazos! ¡Nos reencontramos pronto! ¡Te amo! Mamá ❤️».

Su madre está rota de dolor.