Quintana-Murci asegura que con la pandemia se ha tenido la sensación de vivir una película de terror. | Carles Domènec

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El Institut Pasteur está situado en el distrito 15 de París, en una calle relativamente tranquila. En el edificio más moderno de la institución, Lluís Quintana-Murci (Palma, 1970) tiene su despacho como jefe de la unidad de genética evolutiva, y es el titular de la cátedra permanente ‘Genómica Humana y Evolución’.

El mallorquín es uno de los científicos que dirige el Covid Human Genetic Effort, un consorcio internacional compuesto por una treintena de personalidades de la ciencia, que estudian los mecanismos inmunológicos de respuesta a la infección viral. Detrás de ellos, figuran hospitales y centros tecnológicos de todo el mundo, con cientos de investigadores trabajando para entender y remediar los efectos de la COVID-19. Quintana-Murci recibió en febrero de 2018 la Medalla d’Or de Balears y ha sido director científico del prestigioso centro francés.

¿Cuál es su tarea en el Covid Human Genetic Effort?

—El Covid Human Genetic Effort se divide en dos grandes ejes. Uno se basa en el trabajo con pacientes. En especial, los que no tienen, en principio, riesgo declarado de sufrir una COVID-19 grave. Por ejemplo, gente más joven, que manifiesta casos graves. Se trata de descubrir en ellos las bases genéticas. En esta investigación, es especialmente activa una unidad de la Rockefeller University de Nueva York. Mi laboratorio se ocupa de entender las diferencias de respuesta inmunitaria a la infección, cuáles son las diferencies entre poblaciones, en especial entre africanos y europeos. Después, conocidas esas diferencias, se trata de intentar entender las bases genéticas, comprender por qué las diferentes etnias no responden de la misma manera a la infección de la COVID-19.

¿Han llegado ya a unas primeras conclusiones?

—No, qué va. En ciencia, todo va muy lento. Comenzaremos a tener una idea de las diferencias entre poblaciones, probablemente, después del verano.

¿Qué relación tiene este proyecto sobre la COVID-19 con la línea de trabajo que ha ido siguiendo, en el Institut Pasteur, en los últimos años?

—Ninguno de mis proyectos ha quedado aparcado. La relación con los proyectos de investigación por los que el laboratorio es más conocido es muy clara: el hilo conductor es la diversidad. Siempre trabajamos en la medida de que somos todos diferentes, ya sea para entender nuestros orígenes, la adaptación al ambiente o la adaptación genética a los patógenos. Ahora, sobre las diferencias entre poblaciones a la respuesta inmunitaria de la COVID-19. Hemos recibido financiación para trabajar en esta cuestión. Todo lo que es diversidad genética, cultural o hacia la enfermedad, nos interesa.

¿Cómo se está viviendo en el Pasteur, a nivel profesional, el impacto de la COVID-19?

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—He estado trabajado, desde casa, más que nunca. Tengo la suerte de poder teletrabajar. El 80 por ciento de mi laboratorio ha trabajado de esta manera. Sólo un 20 por ciento ha ido al Pasteur porque empezaba a optimizar los experimentos de respuesta inmunitaria de la COVID-19. Eso se traduce en que unas 340 personas han seguido yendo al Pasteur, de las 2.500 que somos.

¿Se está viviendo, el día a día, de forma más intensa por la urgencia de la COVID-19?

—Ha habido más camaradería y más trabajo. Al principio, estaba preocupado por el hecho de tener al 80 por ciento de mi laboratorio trabajando en casa. Hemos trabajado más y mejor. Nos veíamos por videoconferencia, una vez por semana. Las relaciones han sido más íntimas. Hemos tenido la sensación de vivir una película de terror de Hollywood, pero nos hemos acostumbrado. Ha habido una gran solidaridad en el trabajo. Todo ha ido mejor.

¿Cuáles son las perspectivas de encontrar una vacuna contra la Covid?

—El proceso es lento. Imagino que podría haber algo a mediados de 2021, pero aún desconocemos muchas cosas. No sabemos todavía si la Covid es resistente al calor. La gripe es más estacional. Yo no soy experto en este tema. Puedo repetir lo que dicen mis colegas, que barajan la probabilidad de ese plazo.

¿Sigue las medidas que se toman en Mallorca y la apertura de la Isla al turismo?

—Mallorca se ha portado muy bien con el tema de la COVID-19, con medidas como el cierre del aeropuerto. El problema es el equilibrio. Me da miedo que se abra al turismo de masas. Soy una persona que confía en lo que hace el Gobierno, sigo creyendo en el Estado. Si lo que hacen es llegar a un equilibro entre el riesgo de la COVID-19 y la economía que se va al garete, imagino que lo que están decidiendo será bueno. Supongo que tomarán unas medidas con sentido común. No quiero criticar las medidas del gobierno. Han de poner en una misma balanza el riesgo de los efectos de la Covid y el riesgo masivo económico. Si somos una comunidad que no es pobre, es gracias al turismo. El Pasteur necesita de la industria para producir vacunas. En este momento, hay un grupo en el instituto que trabaja exclusivamente en buscar la vacuna.

Como científico, ¿existe esa solidaridad de la que habla o los esfuerzos se están duplicando?

—Sí, es evidente que los esfuerzos se están duplicando. Estamos en una carrera para ver quién llega primero, porque las implicaciones económicas sobre la vacuna son enormes. Tener una patente de una vacuna que funcione representa muchísimo dinero.