Entrega de comida en Tardor. | M. À. Cañellas

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Si en 2008 la crisis económica afectó a miles de personas en Baleares, al menos se la vio venir. Tuvo graves consecuencias para muchas familias pero también fue progresiva, había informes en los que se advertía qué podía pasar, lo que facilitó que las entidades sociales y los ayuntamientos pudieran asistir a quien pedía ayuda. Lo que sucede ahora «no tiene comparación», asegura Juana Lozano, coordinadora autonómica de Creu Roja Balears y testigo en primera fila de las dos envestidas económicas que han llevado a muchos baleares a traspasar el umbral de la pobreza.

Lo advirtieron el último informe de Cáritas y también el de EAPN, la xarxa per a la Inclusió Social, publicados a finales de 2019. Unos 11.000 ciudadanos de Baleares vivían entonces en extrema pobreza con apenas 370 euros al mes. Otras 370.000 personas cobraban menos de mil euros mensuales y un 18 % de la población, algo más de 200.000 personas, se encontraban en situación de riesgo de exclusión social.

«Había mucha gente con peligro de que, en caso de crisis, entrara en el grueso, y es lo que ha pasado», explica Noemí Estarás, portavoz de Cáritas. Su entidad, y de forma generalizada muchas otras, así como los servicios sociales de los ayuntamientos advierten de que sólo durante el estado de alarma se ha duplicado, y en ocasiones triplicado, la petición de ayudas que reciben en el curso de todo un año.

La secretaria general de la Federació d’Entitats Locals de Balears (FELIB), Neus Serra, asegura que por todo es igual. «Es imposible contactar con ellos ahora, están desbordados», dice. Y destaca que muchas de estas peticiones son de gente que nunca antes había solicitado ayuda.

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Búsqueda en contenedores en las calles de Palma. Foto: JAUME MOREY

Como segunda teniente de alcalde de Marratxí, Serra explica que en este municipio están viendo cómo la crisis sanitaria afecta al bolsillo de la clase media. «Gente que se ha quedado sin trabajo, muchos que todavía no han cobrado un ERTE… Piden ayudas para el alquiler, para pagar la hipoteca o a la comunidad de vecinos», asegura. En Marratxí hay 270 familias más de lo habitual solicitando algún tipo de ayuda.

Según Creu Roja, «se incorporan perfiles que antes no estaban, como la gente que vivían de la economía sumergida. En 2008 iban tirando, puede que ganaran menos, pero ahora las familias han cerrado sus puertas y se quedan sin trabajo», relata Lozano. «Hay muchas personas con dedicaciones obligadas a vivir al día, no son abogados ni grandes empresarios, sino la señora que tiene que incorporarse al hotel que ni siquiera es fija discontinua, o los pequeños autónomos que no pueden abrir la persiana de su negocio», añade.

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En la primera semana de confinamiento, Creu Roja tuvo 789 demandas de personas pidiendo ayuda sólo en Palma, cuando en un mes complicado como es octubre tras la vuelta al cole, se atendían a 350 personas al mes. «Ahora en Palma tendemos unas 1.500 solicitudes semanales. Nunca habíamos visto esto en Creu Roja», admite. Pero algo similar ocurre tambié en Menorca, «estábamos en 1.500 o 2.000 peticiones al año y en dos meses hemos llegado a lo mismo».

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«Sabíamos que había economía sumergida, pero no tanta», asevera Noemí Estarás, de Cáritas, quien dice que «al mes vimos que la situación se desbordaba». Con el estado de alarma han atendido 2.550 llamadas de gente que nunca antes habían contactado con la entidad, mientras que los más de 900 que habían participado en algún tipo de programa «han vuelto en esta época», explica. Cáritas normalmente atiende a unas 700 personas al mes, también aquí la petición de ayuda se ha triplicado.

Vulnerables

El grueso de los usuarios de las entidades acostumbra a ser las personas más vulnerables, entre las que están aquellos que, por no tener papeles, ni siquiera tienen una cuenta bancaria y no pueden percibir una ayuda. «Nuestra población beneficiaria no ha aumentado, pero sí el trabajo y la intervención, que se ha duplicado», explica Belén Matesanz, desde Metges del Món. Las actuaciones sociales han pasado de 1.808 en 2019, a 3.597. Pero además también realizan un 14 % más de intervenciones psicológicas, pues el tercer sector advierte al unísono: esto tendrá una repercusión en la salud mental. Es lo que muchos denominan como la cuarta ola de la pandemia.

SOS Mamás, de momento, va cubriendo las nuevas necesidades, no sin dificultad. La entidad ha crecido de 4.000 a 6.000 peticiones de ayuda en un mes, «es un absurdo», asegura su fundadora, Ascén Maestre.

Dan asistencia en alimentación, higiene personal y también ofrecen ayuda psicológica, y es que «la gente viene asustada porque ahora la coletilla será muy grande», advierte.

Si puede haber algún tinte optimista en esta situación de pobreza sobrevenida es que también la solidaridad se ha desbocado. «La gente de Baleares es increíble», reconocen desde Creu Roja donde remarcan otra gran diferencia con la crisis anterior de 2008: «la rapidez con la que la Administración ha sido capaz de coordinarse con las entidades. En una semana teníamos una mesa montada de Govern, tercer sector y ayuntamientos, trabajando todos de forma organizada».