El confinamiento, la alerta sanitaria y la economía pasarán factura a los ciudadanos. | Fernando Villar - EFE - EFE

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Tras la pandemia sanitaria llega la pandemia psicológica. Los expertos prevén la inminente llegada a las consultas de afectados por los estragos de la situación de confinamiento, el riesgo sanitario y las consecuencias económicas. Y la salida a la luz de los estragos mentales será masiva.

En los primeros días del estado de alarma muchos mallorquines sufrieron ansiedad. Tal y como señala Javier Torres, decano del Col·legi Oficial de Psicologia de les Illes Balears (COPIB), «ya hemos detectado personas que temen contagiarse o no quieren salir de su casa tras el desconfinamiento. En cuanto volvamos a la normalidad vamos a empezar a ver multitud de casos de afectación psicológica».

Torres advierte que habrá un repunte de conflictos familiares, suicidios, enfermedades mentales, adicciones, así como un alza de casos de violencia de género.

Desde el COPIB muestran su preocupación por los casos que ya se han visto durante el estado de alarma: «Los familiares de los fallecidos durante el confinamiento no han podido despedirse de ellos ni hacer un duelo. Un día los dejaron en el hospital y la siguiente noticia que tienen es que ha fallecido», dice Torres. La factura psicológica será muy alta.

«Nadie estaba preparado para el confinamiento de la noche a la mañana. Hemos recibido llamadas de gente que vivía en una habitación o personas mayores que no podían salir de casa y temían morir solos», describe Torres.

Vulnerabilidad

El COPIB ha trasladado a las instituciones la necesidad de seguir manteniendo el servicio de apoyo psicológico para «muchas personas que se encontrarán en una situación de extrema vulnerabilidad», con el objetivo de que «el panorama post-pandemia no se enquiste, se cronifique y poder volver a la normalidad cuanto antes».

Afectados por Trastornos Obsesivo Compulsivos (TOC) que se limpian un centenar de veces las manos al día, hipocondriacos que se analizan por si tienen los síntomas de la COVID, enfermos de depresión encerrados en casa y ataques de ansiedad han sido la tónica de estos días.

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El psicólogo Jaume Reynés analiza diferentes perfiles que con la pandemia se han agudizado y que suman nuevos casos. «El TOC calma la ansiedad con una pulsión y aquellos obsesionados con la limpieza han confirmado que no estaban equivocados: el miedo a la contaminación y la limpieza obsesiva han venido firmados por decreto», explica Reynés. Lo que ahora les alivia, a medio plazo les supondrá un aumento de la ansiedad.
Si el TOC afecta al 5 por ciento de la población, la hipocondría supone el 2 por ciento y personas sanas podrían caer en esta dolencia al ver más peligros a su alrededor. La depresión afecta al 20 por ciento de la sociedad y la ansiedad, a otro 20 por ciento, que se ha disparado a medida que veían las noticias con contagios y fallecidos.

Niños

Reynés advierte que las medidas de distanciamiento social afectará a los niños de tres, cuatro y cinco años. «Las imágenes de niños franceses en un patio dentro de un cuadro de tiza suenan mal. Tienen prohibido abrazar, dar besos y si interactúan con otra persona, les rectifican. No se sabe cómo les afectará». La pérdida de medio año de escolarización y este nuevo paradigma social «les entrará a fuego».

Por otro lado, las medidas que se están planteando para esta ‘nueva anormalidad’ también dejarán huella si se impone el pasaporte sanitario, la geolocalización o la segregación sanitaria.

«Existe una pandemia mundial de síndromes psicológicos y psiquiátricos y la prueba es que el fármaco más vendido es el ansiolítico», dice el psicólogo.

620 llamadas al servicio gratuito de psicólogos

El 27 de marzo el Govern puso en marcha el servicio de atención psicológica a la ciudadanía en colaboración con el COPIB y hasta la semana pasada habían atendido 620 llamadas.

Las causas eran de lo más variado: no poder gestionar el confinamiento, las relaciones entre padres e hijos, duelos no resueltos por el fallecimiento de familiares por COVID, víctimas de violencia de género o pacientes de salud mental que habían dejado de tomar su medicación.