Una cámara termográfica en el aeropuerto de Santiago de Chile. | STRINGER

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En los últimos días diferentes empresas han empezado a ofrecer nuevos productos que se adaptan al escenario post-coronavirus. Una agilidad empresarial que tiene los ojos puestos en el norte de Europa y en China, que llevan cierta delantera con este panorama inusitado. Nebulizadores, ozono, mamparas o cámaras térmicas que miden la fiebre del cliente son ahora objeto de deseo de los empresarios que se quieren adaptar a contrarreloj para empezar a trabajar cuando antes.

Parece sacado de una película de ciencia ficción, pero en Mallorca ya se está planteando la instalación de aparatos que, a través de cámaras, toman la temperatura de los clientes que entran por la puerta. Es la apuesta de Miguel Ángel Bergas, responsable de Level Electronics, en Asima, que hasta ahora se dedicaba a proveer de cámaras de seguridad. «La gente está muy interesada pero de momento no compran. Están preparándose para cuando salga la normativa», explica Bergas.

Tecnología

Esta tecnología, que ya está presente en los centros comerciales o aeropuertos de Japón, China o Dubai, necesita de una cámara con óptica térmica. «Apuntando a la cara, toma la temperatura de las personas con un margen de error de medio grado centígrado arriba o abajo. La lectura es inmediata y salta la alarma si la supera», dice Bergas.

Los modelos más avanzados, de instalación fija, «pueden leer la temperatura de veinte personas al mismo tiempo. Se colocan en la entrada de hospitales, aeropuertos o un palacio de congresos». El objetivo es que nadie entre con síntomas de coronavirus.

«Estamos adaptando la tecnología a una nueva necesidad», explican desde Level, que ya cuenta con encargos de cuerpos de seguridad o de la administración pública con una peculiaridad: «Se mide la temperatura al que desea entrar y si la rebasa, no se abre la puerta».

En el caso de Pedrosa, hasta ahora se dedicaba a la higiene industrial y complementos para hotelería, restauración y cafeterías. Tal y como señala Tony Cursach, director general de la empresa, «el 95 por ciento de nuestros clientes están cerrados. Servimos también a hospitales, residencias de ancianos y empresas de limpieza», aunque no compensa la caída de ventas. «Nos reinventamos y enviamos a domicilio a nuestros clientes y también a particulares», advierte.

En su cartera de productos más vendidos están las mascarillas, geles hidroalcohólicos, pantallas protectoras y guantes «que son el 80 por ciento de nuestras ventas en abril», dice Cursach. En las últimas horas, multitud de empresarios les están llamando para prepararse de cara a la reapertura de la próxima semana.

Distancia

La distancia social es una de las premisas en estos tiempos. Por este motivo en el despacho del arquitecto Luis Dalmau, con sede en Palma, apuestan por adaptar los espacios a estas niuevas circunstancias. «Damos un curso por Internet para adaptar los locales, restaurantes y comercios que permitan la distancia social ante el coronavirus. Por eso apostamos por un local covid free. La idea no es invertir mucho, sino prepararse para la nueva situación», dice Luis Dalmau, que ha notado mucho interés, e inquietud, por parte de los empresarios.

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Por otro lado, los EPIS se han sumado ahora a la indumentaria profesional. Así lo ha constatado María del Carmen Monterrubio, de Balear de Uniformes, que ha visto como han ido variando las ventas en las últimas semanas. «Los EPIs serán los nuevos uniformes», dice Monterrubio, que está vendiendo mascarillas, guantes, monos y batas desechables. Todo esto, en un contexto en el que es muy difícil encontrar este material, ya que todo el mundo se ha lanzado a la misma compra.

La situación se solventa en talleres nacionales para encontrar batas, monos y mascarillas. «Ahora es cuando nos damos cuenta de la necesidad de controlar la fabricación», dice Monterrubio, que en estos momentos debía vender uniformes para la nueva temporada turística y se ha encontrado con un panorama radicalmente distinto.

Cuenta que hay casos de talleres que antes se dedicaban a confeccionar camisas y pantalones de camarero, que ahora se han pasado al material sanitario. «Ha sido pivotar de un sitio a otro», dice esta empresaria que también se ha reconvertido por el COVID-19.

De la protección del trabajador a la desinfección del espacio de trabajo. Desde Equipam, Francisca Fajardo apuestan por la aplicación de ozono. «Una vez que el ozono ha tratado ese aire, se convierte en oxígeno. Se puede aplicar en hoteles, salones, museos y hospitales», explica.

Hasta ahora Equipam se dedicaba a proyectos ambientales pero han notado una mayor demanda de estos equipamientos de ozono. «Es una tecnología que se utiliza mucho en hoteles del resto de España y a nivel internacional», señala Fajardo.

Otra opción que ya se está barajando es la instalación de nebulizadores en las entradas de centros comerciales o tiendas que rocían una mezcla de agua con un biocida que eliminaría el virus.

En el Grupo Trui aprovechan su experiencia en la celebración de conciertos y eventos multitudinarios, en los que se usaban nebulizadores para refrescar el ambiente. «Sanidad está estudiando la opción de instalar nebulizadores con desinfectantes que no afectan a las personas. En Turquía o Gran Bretaña, por ejemplo, se usan con lejía. La gente ha pedido mucha información», explica Lorenzo Jaume.

Innovación a la espera de normas

Los empresarios han decidido adelantarse a las normativas y ya están estudiando nuevas opciones para ofrecer negocios seguros.

Eso sí, todos coinciden en esperar las normativas sanitarias (europeas, nacionales y autonómicas) para invertir en nuevos dispositivos. Los emprendedores se fijan en los ejemplos europeos y asiáticos para ir abriendo camino en España.