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Son Dureta se parece cada vez más al nuevo complejo sociosanitario planteado por el Govern para dar cobertura a una sociedad más envejecida. En plena pandemia por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 siguen las obras que han cambiado el paisaje urbano de Son Armadams porque, un año después de iniciarse (el 23 de abril de 2019), termina el derribo del antiguo hospital de referencia de Baleares.

Deja un balance de 80.000 toneladas de escombros de obra de las que 60.000 es material pétreo como hormigón o ladrillos que se ha reutilizado para rellenar una plataforma provisional y nivelar el terreno. El resto, unas 20.000 toneladas más, se ha llevado a los gestores de residuos autorizados para su tratamiento y eliminación o reciclaje dependiendo del material. La primera etapa consistía en el derribar el edificio de consultas externas, el Hospital Materno-Infantil y el inmueble donde había la cocina y los vestuarios.

Sobre la actual explanada se erigirá un edificio de 35.000 metros cuadrados que será un centro descuidados especiales. En él habrá un área de hospitalización con 242 camas de larga estancia, un área ambulatoria, un nuevo centro de salud y SUAP, y un aparcamiento soterrado, gratuito, con unas 560 plazas. Paralelamente, se construirá otro edificio de dos plantas que acogerá un centro para personas mayores.

Por otra parte, el edificio A, el originario semicircular de Son Dureta, se reformará para ser un centro de media estancia además de acoger a entidades, el Banc de Sang, o un nuevo centro de día, entre otros.

PALMA. HOSPITAL SON DURETA. Desmontando Son Dureta.

Amianto

La obra de demolición se adjudicó por un valor de 1,5 millones de euros a una unión temporal de Melchor Mascaró y Excavaciones y demoliciones Medina. El plazo inicial del derribo era de nueve meses y se estimaba que finalizara en enero aunque finalmente se ha extendido a abril. En paralelo debía llevarse a cabo el proyecto arquitectónico del complejo para pacientes crónicos.

Una de las fases más delicadas del derribo se situaba en el edificio verde de consultas externas de donde finalmente han extraído hasta 270 toneladas de amianto, un material cancerígeno que han ido desmontando trabajadores con protección especial y máscaras que han pasado por rigurosos controles.

De hecho en las obras se instaló un módulo de descontaminación del personal. La empresa, además, ha hecho mediciones periódicas para comprobar que no se liberaran fibras de amianto al ambiente.