Domingo Inarejos frente a la puerta de la residencia. | Redacción Local

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Domingo Inarejos (Marratxí, 1988) es trabajador social en la residencia de Can Carbonell, en Es Pont d’Inca que, de momento, presume de que ninguno de los 116 usuarios se ha contagiado de COVID-19. En breve el Govern les hará los test de diagnóstico tanto a los usuarios como a los trabajadores.

¿Cómo se siente?

—Bien. Es una situación complicada, independientemente de trabajar en un centro residencial, nos ha pillado a todos por sorpresa. Estoy súpercontento con el equipo que tenemos. Hay una parte de incertidumbre pero estoy tranquilo porque se han tomado todas las medidas que tocan, no hemos bajado la guardia en ningún momento.

¿Cómo se han comunicado los los familiares con los usuarios habiendo prohibido las visitas?

—Nos han proporcionado dos smartphones para hacer videollamadas y tenemos equipo técnico para tener contacto continuado con las familias.

¿Por qué cree que no han tenido casos, suerte o prevención?

—Todas las residencias hemos seguido igual los mismos protocolos. Es una situación nueva con un virus muy contagioso y trabajamos con gente muy vulnerable. No hablaría del factor de suerte porque parece que no se valora el trabajo de los profesionales aunque por otra parte no creo que las demás no hayan seguido el protocolo. Hay que recordar que en una residencia hay gente que tiene hasta 100 años y cada mes algún usuario puede fallecer. Muchas personas mueren, por desgracia morir pasa, parece que antes no fallecían.

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Muchos familiares han acusado a los trabajadores de contagiar los usuarios…

—Ahora no es momento de buscar culpables sino de unir fuerzas y dar tranquilidad a las familias haciendo un buen trabajo. Hay que apoyar a los trabajadores que están en los centros residenciales y dar un voto de confianza. Me gustaría dejar claro que es un centro residencial, es como un domicilio, aunque nosotros también hacemos los cuidados y mantenemos la calidad de vida. No es un hospital. Un centro sociosanitario no cuenta con herramientas para salvar vidas. Sí que procuramos que su estado esté lo mejor posible pero cuando detectamos algo sanitario llamamos a nuestro médico y si hay que derivar se hace. Ahora parece que las residencias no estaban preparadas pero no es eso.

¿Tienen material de prevención?

—Teníamos un stock grande de guantes y otras protectores como batas desechables… Depende de cada centro y cada gestión. En nuestro caso había medidas de prevención en función de cada momento. Yo me he movido bastante para conseguir material y a medida que hemos necesitado nos han ido mandando más. Hubo un momento de histeria al principio porque es algo que no conocemos y que asusta pero ahora está volviendo todo, poco a poco, a la normalidad.

¿Cómo se sienten los mayores?

—Nosotros tenemos la suerte de tener un equipo muy humano, algo que es muy importante. Es verdad que seguimos las pautas de Sanidad y están confinados en su habitación pero se toman todas las medidas con el personal técnico para seguir haciendo actividades de forma individual en cada habitación. Por ejemplo hicimos módulos para hacer crespells en Semana Santa, o se sube para hacer gimnasia…

¿Se sabe cuándo se relajarán las medidas de protección para permitir visitas?

—No tenemos constancia de que se relajen las medidas, en el momento en que se sepa la llevaremos a cabo. Quiero dejar claro que las familias estén tranquilas porque se hace un esfuerzo importante por parte de todo el personal y con mucho cariño y lo mejor posible con el contacto y videollamadas y que estén lo mejor posible anímicamente. Si alguien está bajo de moral, la psicóloga interviene.