En comunidad. Los Testigos de Jehová se reunían dos días por semana antes de esta crisis sanitaria, y ahora han trasladado estas quedadas a la forma virtual.

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La imagen que deja la pandemia es la de calles desérticas, ruido de fondo y centros sagrados sin sus fieles. Aquí entrarían las iglesias, sinagogas, templos y mezquitas de Mallorca. Todas cerradas en abril, uno de los meses más importantes para muchas religiones: la Semana Santa para los cristianos; el Ramadán para los musulmanes; el Pésaj para los judíos o el Vaisakhi para los sijs.

Ismael Pujol es miembro de los Testigos de Jehová en Palma y afirma que su intención es «seguir como si nada hubiese pasado de forma online». Como ellos, otras confesiones utilizan, de cada vez más, plataformas virtuales. Así es como echan mano de la tecnología como alternativa para mantener la fe. Hay más de 30 comunidades de Testigos y cerca de 3.000 creyentes en la Isla. Hacen uso de las videollamadas para seguir con sus eventos, como por ejemplo el del pasado 7 de abril, día en el que conmemoran la muerte de Jesucristo. Se juntan hasta 100 usuarios y leen los pasajes de la Biblia. Las visitas a las casas quedan suspendidas. «Ahora hacemos el mismo trabajo pero por teléfono. El principal objetivo es saber cómo se encuentra la persona y poder ofrecer nuestra ayuda».
Los judíos están de celebración. Es la semana del Pésaj, la festividad que conmemora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto. Dura de miércoles a miércoles, siete días. El vicepresidente de la comunidad, Miguel Segura, explica que lo normal es que los fieles se reúnan en la sinagoga y que reciban a centenares de judíos invitados de otras partes del mundo, «pero esta vez los planes se han frustrado». Esta idea de la frustración la defienden las siete confesiones que aparecen en este reportaje, que observan, apesadumbrados, eventos cancelados, planes reprogramados y reuniones mediante ordenador.

Celebraciones

La Semana Santa se vive de distinta manera para cada confesión crisitana. En la Parroquia ortodoxo-rumana de Palma, el sacerdote Nicolae Dobos acude los domingos en soledad para hacer una oración. Luego la envía a los ortodoxos para que la reproduzcan desde sus móviles. «En estas fechas les digo que sigan las misas desde la televisión rumana, que lo retransmiten en directo». En su calendario, la Semana Santa se festeja estos días, aunque sostiene que las diferencias son mínimas. «Lo más importante es el domingo de Resurrección, el lunes y el martes. Durante estos dos días bendecimos el agua». Este año los ortodoxos solo podrán imaginar estas escenas. «Cuando todo pase haremos una gran fiesta», promete.

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Entre fiestas, la comunidad sij estaba preparando con mucha ilusión el Vaisakhi, que festejarían el próximo 16 de abril. Se trata de una celebración que marca el Nuevo Año. Durante los tres días de celebración, los sijs pasan 24 horas leyendo las 500 páginas de su biblia, denominada Grant Sahib. El organizador de los eventos en Mallorca, Balu Ji, lamenta que tengan que cancelar esta esperada ceremonia, «pero ahora toca estar en casa hasta que la situación mejore». Otra de las fiestas importantes es la de noviembre: Guru Nanak Gurpurab. Sin embargo, «no sabemos qué pasará. Dependerá de cómo avancemos en la crisis».

El Ramadán aparece en el calendario el 23 de abril, pero la comunidad musulmana se ha visto obligada a cancelarlo por la pandemia. Es una fecha importante. Es su recarga espiritual. «Los rezos ahora se contemplarán desde casa», destaca el presidente de la comunidad islámica de Balears, Francisco Jiménez. Para sobrellevar la situación, los súbditos se conectan mediante videollamada o siguiendo oraciones en streaming.
Lo mismo sucede con los budistas. Las escuelas zen continuan diariamente sus sesiones a través de la pantalla. Ahí aparecen entre 10 y 20 personas conectadas al mismo tiempo preparadas para meditar. «Es una manera para que podamos expresar nuestra opiniones, nuestro estado de ánimo y que la gente, que vive sola este confinamiento, se sienta más arropada», detalla el maestro de la Escuela Kwan Um en Palma, Tolo Cantarellas. Maestros de distintas partes del mundo dirigen estas meditaciones, «y no solo se une gente de Mallorca, también de Argentina, Estados Unidos y Holanda».

Esta escuela ha tenido que cancelar y posponer los eventos programados. Por ejemplo, un retiro espiritual el último sábado de mes o la conferencia de una maestra de Viena, prevista para el 4 de abril. Los miembros de la Iglesia Evangélica de Palma se han adaptado a la perfección a esta nueva situación. No es algo nuevo para ellos. «Solemos retransmitir los cultos de los domingos». Además, el pastor de la Iglesia, Óscar Pérez, asegura que suelen hacer uso de las ediciones y las grabaciones. Un trabajo que se ha intensificado desde hace un mes. «Oramos juntos por videoconferencia y leemos pasajes de la Biblia». En su Semana Santa recuerdan el tiempo en el que Jesús fue crucificado y su posterior resurrección. Lo tendrán que sentir, esta vez, desde los hogares, igual que las reuniones de los domingos, «donde predicamos la palabra». En mayo iban a recibir a un cantautor y pastor valenciano, «pero quizá tengamos que posponerlo».

La diversidad en la comunidad china

China tiene gran diversidad de religiones, lo que dificulta suponer que una confesión es más abundante que otra. Si bien el budismo y la tradición filosófica taoísta tiene el respaldo de un número inmenso de seguidores, «en general la población china se considera aconfesional. Las personas se guían más por sus propios ritos», asegura el presidente de la Asociación Balear Amistad China (ABAC), Ramón Rotger. Rotger sostiene que en las Islas «es complicado determinar la principal religión entre la comunidad china», aunque constata que, dentro de las suposiciones mitológicas, «creen mucho en el más allá. Son personas pensadoras».