Juan Miguel Pulido y Antònia Salom, en su tintorería familiar. | Pere Bota

TW
8

En la tintorería de Bernardí Salom, La Real, ya no suena el teléfono. Hace dos semanas que los kilos de ropa, preparada y planchada, cuelgan en la hilera de perchas. «Estamos muy preocupados porque tenemos que estar abiertos y no viene nadie. No ganamos ni 30 euros al día», lamenta Salom, que es presidente del Gremio patronal de Tintorerías, Lavanderías y Autoservicios en Baleares. Desde su sector piden que se puedan acoger a un ERTE por fuerza mayor debido a la pandemia de coronavirus, porque no hay ingresos, o que se les rebaje el IVA a un 4 %, en lugar del 21 %.

La Real recibía casi un centenar de clientes al día. Ahora solo tres. Aun así tiene que abrir de lunes a viernes. Algún transportista de ambulancia acude cada día a dejar su ropa, posiblemente contaminada por la COVID-19. «Son los únicos que viene aquí, pero no da para pagar a los dos trabajadores que tengo en plantilla». Como él, muchas empresas de tintorería y lavandería han tenido que reducir el personal, temporalmente, por la falta de pedidos a consecuencia del confinamiento decretado hace ya 13 días. Sin embargo, para el Gobierno central, son servicios de primera necesidad.

No es el caso, precisamente, para las lavanderías industriales. En la Melchor Mascaró, el personal de temporada media está intacto debido a que cerca del 50 % de su servicio es sanitario y hospitalario. Cada día reciben varios miles de kilos de ropa infectada por COVID-19 y por otro tipo de enfermedades. Utilizan un tratamiento especial y medidas de prevención. Por ejemplo, separan las prendas infectadas a través de unas barreras sanitarias. «Las lavamos a una temperatura mucho más alta de lo normal y con desinfectantes para asegurar que no haya rastro del virus», explica el responsable de prevención de la empresa, José Luís Cobos, a Ultima Hora.

Noticias relacionadas

Antònia Salom y Juan Miguel Pulido llevan más de 20 años dirigiendo su pequeña tintorería familiar. Se llama Apolo y a día de hoy luce sin sus habituales clientes porque todos están confinados. «Nuestros ingresos se reducirán en un 90 % estos meses», predice Pulido. Esto, en términos anuales, representará, añade, un 30 % de pérdidas. «Creo que ante esta situación, las tintorerías no deberían pagar el 21 % del IVA».

José Martínez, panadero de profesión, espera, junto con otro cliente, en la Apolo. Seguramente el viernes fue el día más lleno que tuvieron desde las últimas dos semanas. «¿No tiene miedo de contagiarse?», le preguntamos. «El virus huye de mí. Antes de coger coronavirus, pilló Coronita. Este viernes he comprado una botella, mira», bromea el panadero. Antònia Salom cuenta que hay farmacéuticos y bomberos que sí acuden a su tintorería. «Es la única caja que hacemos».

En Melchor Mascaró 40 personas hacen posible que las telas, limpias y desinfectadas, lleguen en 24 horas a los hospitales y centros de salud. «Estamos muy orgullosos de la fuerza que tiene nuestro personal. Lo da todo teniendo en cuenta esta situación», resalta la responsable de la Lavandería, Beatriz Onet. En general, la actividad en estos servicios en Balears ha menguado tras el cierre de las cadenas hoteleras, ya que representan una buena parte de su actividad. Pero como dice Antònia, de Apolo, «esperemos recuperarnos pronto», o en el caso de Bernardí «que al menos nos retiren el 21 % del IVA.