Un hombre, aislado en casa con su mascota en Menorca. | Josep Bagur Gomila

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A 02.00 horas de este domingo han sido las 03.00 horas. Este año, el cambio de hora que nos avisa de que el verano está ‘a la vuelta de la esquina’ podría acarrear un ligero aumento del estrés y la ansiedad, según algunos expertos. El país experimentará, como cada año, esos 60 minutos menos de sueño pero con el añadido del confinamiento y toda la crisis sanitaria por el coronavirus que ha comprometido la economía de todo el mundo.

«Estas alteraciones se repiten también cuando sufrimos cambios atmosféricos o de temperatura, por ejemplo. Es lo que llamamos estrés meteorológico o meteorosensibilidad. Y suele afectar a un 25 % de la población», señala el psiquiatra y presidente del Sindicato Médico de Balears, Miguel Lázaro.

Las personas vulnerables, en términos de salud mental, son las que están más expuestas a padecer alguna alteración en sus ritmos vitales. Sin embargo, lo normal es que los síntomas que se representen tras un cambio, como es el horario, «sean leves y se manifiesten en sensación de cansancio o algún que otro bajón», destaca Lázaro. Este impacto, según este experto, suele durar entre dos y tres días. Un periodo «corto», ya que «nuestro cerebro tiene un reloj biológico que, de alguna manera, se obliga a readaptarse a esa alteración».

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Confinamiento

Readaptar los hábitos y la conducta es fundamental para sobrellevar cualquier nuevo escenario. Según el psiquiatra del Hospital Comarcal de Inca y responsable del programa de atención a las familias en el área de trauma, Javier Kuhalainen, «se está observando que el estrés y la ansiedad se manifiestan debido al impacto del confinamiento prolongado. La sintomatología es la misma que en cualquier otra situación de estrés donde se produce una rutina abrupta». Sin embargo, insiste, todo cambio en el hábito – sea horario, atmosférico o climático– afecta más a aquella población vulnerable, es decir, «personas con un diagnóstico de depresión o trastorno mental grave».

Por otro lado, Miguel Lázaro explica que la adaptación y la recuperación de las personas con algún problema mental previo cuesta más. Los cambios de hora en primavera suele impactar a los que padecen trastornos de ansiedad o relacionados con el estrés crónico.
Los expertos recomiendan mantener una rutina, sobre todo para regular el aumento del apetito, que, aunque, según Lázaro, «no tiene una relación directa con el cambio de hora, sí puede aparecer con la ansiedad o el estrés». Recuerda que, en estos casos, «uno no come por apetito, sino que el cerebro come para satisfacerse». Por ello aconseja mantener la actividad física para que este cambio de hora no se vea agravado por este confinamiento.

PALMA. MEDICINA. Miguel Lázaro, presidente del Sindicato Médico.