Carmen Santos lleva dos años jubilada y se ha inscrito como voluntaria para ayudar a luchar contra el coronavirus. | R.D.

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«Tengo una cierta contradicción, en cuarenta años de trabajo he estado en contacto con otras enfermedades infecciosas: sífilis, tuberculosis, sida. Nunca he tenido miedo de ir a la consulta. No pasabas con guantes ni mascarilla. Sin embargo, ahora sí que tengo cierta prevención. Quizá por la edad se tiene más prudencia». Carmen Santos de Unamuno es una médico de familia que lleva dos años jubilada y que ahora se ha inscrito como voluntaria por si es necesario que colabore para atender los casos de coronavirus. Dio el paso por la necesidad de colaborar con una emergencia: «He estado toda la vida trabajando de médico y ahora que ves que es una emergencia, es algo que nos pide a todos. Puedo echar una mano, puedo ayudar en algo».

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Santos de Unamuno considera que el papel que puede jugar en esta crisis quizá no sea estar en primera línea en una consulta: «No es lo que nos tocaría a los que además estamos en riesgo. Pero atención telefónica o seguimiento telefónico de los casos que están en casa, gente que pide información, los podemos ayudar». Añade además: «La imprensión es que aquí, hasta hace poco, teníamos mucha más sobrecarga de llamadas de gente que pide información que de casos clínicos reales, ahora vamos teniendo más. A ver, si incluso desde casa, desde una centralita, podemos atender esas llamadas y echar una mano». Por el momento no ha sido activada, porque «parece que prefieren médicos más jóvenes, que acaban de terminar la carrera». Eso sí, señala que le toca una labor cotidiana de información a familiares y amigos: «Tienes que estar al día y preguntando a los colegas. Hay mucha información científica incluso contradictoria por eso hay que informarse aunque sea para contestar a los que hay a tu alrededor». Las ganas de actuar se le notan: «A veces se me ocurre, voy a colocar un cartel en el ascensor, pero son cosas que hay que organizar, no podemos actuar por libre».

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Una situación distinta es la del doctor Ángel López Martínez, especialista en Cirugía Plástica y Estética. Señala que, en su caso, lleva muchos años sin trabajar en la sanidad pública y que sólo ejercía en la privada, en concreto en la Clínica Rotger. Y en la situación de alarma, toda la actividad asistencial que no es urgente se ha anulado. «Gran parte del trabajo de los médicos no se mantiene, no tenemos labor asistencial. Yo, que soy cirujano plástico, sí mantenemos pacientes oncológicos pero ya no hacemos cirugía estética». Así, también se ha ofrecido a colaborar durante la crisis del COVID-19.

«Me ofrecí principalmente en situaciones que se puedan dar, de compañeros que tengan que estar aislados y no puedan desarrollar su actividad. Poder sustituir o ayudar en situaciones que lo requieran. Lo único que nos han dicho es que todos los datos eran recogidos y que se pondrían en contacto a través de la Conselleria. Valorarán los perfiles, el mío no es el de un un internista o de primaria», señala y concluye: «Hace mucho que no hago guardias de urgencias y sería un poco temerario volver».