Imagen de las clarisas fabricando mascarillas para paliar el déficit de elementos de protección contra el coronavirus. | Convento de Santa Clara

TW
10

Ellas recibieron la llamada del Señor. Esta vez para que dejasen sus quehaceres y colaborasen con el Consell de Mallorca en una causa solidaria. Sin pensarlo, y a contrarreloj, las monjas del convento de Santa Clara, en Palma, han empezado a confeccionar mascarillas caseras para que voluntarios y trabajadores de distintos sectores se protejan ante la falta de recursos sanitarios por el brote de coronavirus. Desde el viernes, las hermanas han elaborado cerca de 800, a la espera de que este número aumente cuando reciban más material.

«Ya rondaba por nuestra cabeza fabricar batas o mascarillas», aseguró ayer la madre vicaria sor María Asunción al otro lado del teléfono. Vieron la oportunidad cuando el Consell de Mallorca las llamó para pedirles si podían fabricar protectores. Enseguida, las 15 monjas se pusieron a coser con aquello que tenían por el convento. «Es una forma de ayudar a la sociedad, y nuestra voluntad es continuar confeccionando las que hagan falta», insistió la madre abadesa.

La actualidad del coronavirus, en directo

Noticias relacionadas

El viernes empezaron a coser sin mirar el reloj. Produjeron unas 100 mascarillas para los voluntarios que acuden a los comedores sociales sin protección ante la escasez de este producto. Utilizaron sábanas y cuerdas elásticas. Las hermanas fabricaron más el domingo, aunque esta vez con una tela más fuerte que les proporcionó una vecina de la zona. Acabaron su jornada con 300 mascarillas sobre la mesa. «Solo paramos para ir a misa», explicaba sor María Asunción.

Las clarisas han paralizado su rutina para dedicarse, a tiempo completo, a tejer «y a rezar. No hacemos más que rezar. Trabajamos y al mismo tiempo rezamos. Si Dios quiere, mañana (por hoy) tendremos 400 protectores más», apuntó. Y Dios quiso. Hasta la fecha, han fabricado un total de 800 mascarillas como las que aparecen en estas fotografías. Ya se han beneficiado de ellas el cuerpo de bomberos, voluntarios y trabajadores de un centro de personas con discapacidad, según indicó la madre vicaria. «Es un ritmo que cansa», bromeó la hermana en un mensaje de WhatsApp acompañado de emoticonos.

Cinco alemanes que residen en Peguera se saltan la cuarentena y se van a un bar

El convento ha recibido material profesional. Las hermanas mantendrán su colaboración con la institución insular: «Si tenemos que coser toda la noche, lo haremos». Afrontan este reto con tormento. «Nuestros corazones están sufriendo y eso hace que recemos más». Sor María Asunción cree que esta crisis «nos tiene que hacer valorar más las cosas», aunque dice: «Espero que este virus no sea cosa de Dios...».