La furgoneta y una caravana, estacionadas en un párking de Campos. | JUANDÍAZ

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Con una simple furgoneta y en un espacio de poco más de seis metros cuadrados, Juan Díaz y Melania Cerdà viven una luna de miel eterna. Así presentan su nuevo hogar desde hace menos de dos meses. Pasan la cuarentena sin que les afecte el coronavirus.

Pasan los días al margen de su evolución. Y pasan las horas esperando a que termine esta situación para emprender su viaje por todo el mundo. Por decir un problema, ambos lamentan que no haya zonas habilitadas para la gente que vive en casas móviles, «y las que hay, el Govern las está restringiendo, sobre todo en zonas como Son Serra de Marina o Aucanada, donde ya no podemos acceder con el vehículo».

Inicios

El matrimonio llevaba años trabajando en el sector hostelero. Es algo, dicen, que les quemó. Querían cambiar su vida y su rumbo. Una simple furgoneta la transformaron en su nuevo hogar. Esta idea surge del movimiento ‘Van life’, convertir un vehículo en una vivienda con ruedas. «No nos falta de nada», confiesa Juan. Todas sus experiencias las relatan en Sa_caragola, una cuenta de Instagram. Explican sus vivencias. Por ejemplo, leen, hacen yoga o salen a tomar el aire puro de Campos, el municipio que les acoge en este confinamiento. También charlan con su vecino, que habita en una caravana.

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Melania y Juan llevaban tiempo planeando viajar por todo el mundo. El coronavirus les ha parado los pies por el momento. «Teníamos pensado salir a principios de mes, pero aún faltaba arreglar unas cosas de la furgoneta. Así que nos ha pillado esta crisis. Por suerte, no teníamos ningún billete comprado», asegura Juan al otro lado del teléfono.

No echan de menos la vida consumista. Ni los trabajos, ni la gente por la calle, ni los clientes, ni si quiera el dinero. «Hemos pasado de tener sueldos altos con muchos gastos a necesitar solo 400 euros para vivir». Una vez que emprendan su viaje tienen pensado trabajar lo necesario para cubrir las necesidades básicas. La reflexión que extraen a todo esto es que no encontraban sentido a la velocidad, a ir rápido por la vida. Fue un poco la ‘gota que colma el vaso’ para dar un giro de tuercas a su vida.

La vida nómada, a la que ellos aspiran, no casa con este país. «No se encuentran muchas zonas habilitadas con accesos a agua o a supermercados para aquellas personas como nosotros». Pero en Campos, por el momento, los vecinos les han arropado: «Nos han ofrecido comida y agua en alguna ocasión». Su furgoneta está estacionada en un párking frente al mar. Tiene una autonomía de agua de unos 100 litros. Cuando necesitan comida, se acercan a un supermercado. «La Guardia Civil nos ha dicho que no habría problema en ir los dos en la furgoneta a comprar», añade Juan que, como dice, ha dado un gran salto al vacío.

Conocen la Isla «de palmo a palmo», pero ahora, en tiempos de alarma, les toca quedarse en casa. Durante el día hablan con sus familias por redes sociales. Melania y Juan también están bien. Pasan el tiempo juntos y sin preocupación. Están en una eterna luna de miel.