La ONG de Umar se ha ocupado de 11.000 estudiantes de escuelas rurales de Ghana, además de realizar otras actividades como la atención a las mujeres o la reforestación. | Pilar Pellicer

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En el marco del congreso de estudiantes Entreciclos 2020, organizado por el Col·legi Monti-sion, Ousman Umar, autor del libro Viaje al país de los blancos y fundador de la ONG Nasco Feeding Minds, explicó este jueves su increíble y durísima odisea para llegar a España, en 2005, desde su Ghana natal.

A preguntas de la periodista Mar Ferragut, Umar narró que «fui feliz en mi pueblo natal, pero teníamos muy pocos recursos. Con 9 años me marché a la ciudad a trabajar como soldador, pero a los 13 años sentí una gran curiosidad por lo que yo llamaba ‘el país de los blancos’, y decidí ir a Europa, creyendo que era el paraíso. Para mí, todos los blancos eran médicos, ingenieros o pilotos de avión, como si fuesen dioses».

Umar destacó que «en Europa sólo se conoce la etapa final de los inmigrantes, pero no todo lo que se sufre para llegar a las costas del norte de África. Es un auténtico infierno.

Caí en la trampa de los traficantes de personas. Salí con 13 años de Ghana y llegué a la costa con casi 18 años. De las 46 personas que formábamos mi grupo, sólo 6 sobrevivimos. Y mientras atravesábamos el desierto del Sahara, veíamos cadáveres por el camino. Yo no sabía que era negro, no fui consciente de ser negro, hasta que llegué a las costas de Libia, cuando un médico dijo que no quería tocar la sangre de un negro».

Siendo testigo del hundimiento de pateras con decenas de personas que perecieron en el intento de llegar al «paraíso», Ousman Umar logró arribar a Fuerteventura tras 48 horas sin comer ni beber, y sin apenas poder moverse sobre su patera. «Muchos no saben nadar y pocos llevan chaleco salvavidas», destacó el conferenciante.

Al tocar tierra en Fuerteventura, Umar fue recluido en un Centro de Internamiento de Extranjeros, «que para mí era como un hotel de cinco estrellas, pero, visto desde ahora, me parece una cárcel». Al ser todavía menor, no fue retornado a su país y al cabo de un mes fue enviado a Málaga y posteriormente a Barcelona, «donde saludaba a todo el mundo y nadie me respondía. Pensé que en el país de los blancos no se saluda. Nunca me sentí tan solo y durante dos meses viví en la calle, comiendo de la basura».

Tras toda esta odisea, Ousman Umar tuvo la suerte de toparse con una familia catalana que le acogió como tutores legales: «Me tocó la lotería, pero la primera noche en su casa la pasé llorando». Pudo graduarse en Marketing, pero antes, en 2012, creó su ONG, «que inició su actividad comprando 45 ordenadores y contratando a dos profesores para mi país. El objetivo de nuestra organización es alimentar las mentes. África tiene futuro porque hay mucho por hacer y su población se multiplica, mientras que Europa tiene de todo, pero su población se reduce».

Más de cuatro años de penurias

La odisea de Umar no fue en línea recta. Al llegar a Libia y pasar a Argelia, descubrió que «policía y mafia eran lo mismo y me llevaron al sur del país. Con dinero, no te echan, pero habían pasado más de 4 años hasta que llegué a Fuerteventura».