Ladislao Roig, en su último día en el despacho de la ‘plaza de los Patines’. | Alejandro Sepúlveda

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«Me emociona irme, pero no me da pena». Ladislao Roig metía este miércoles en un carro decenas de libros de su despacho: «Estos, para la biblioteca», le decía a una funcionaria. Teniente fiscal las últimas décadas, se va para «disfrutar» con su mujer, Rosa Cosemelli, «de la segunda oportunidad que nos ha dado la vida».

Criticó a un fiscal general por querer implantar «comisarios estalinistas» y ahora se nombra a una ministra. No cambia.
— El Gobierno siempre ha querido nombrar gente de su cuerda para fiscal general, lo permite la Constitución y no hay nada que decir. La cuestión está en cómo funciona después el fiscal general. Aquellas declaraciones sobre Jesús Cardenal era porque quería cambiar el estatuto fiscal. Yo espero que Lola Delgado cuando sea fiscal general asuma que es fiscal. Medios tiene, porque el Gobierno no puede ahora cesar al fiscal general libremente. Tiene manos libres para ser plenamente autónomo. Si no lo es, es una responsabilidad suya.

¿Y estéticamente?
— Estéticamente ha sido un desastre. No vamos a ocultarlo. Estéticamente la imagen que se ha dado ha sido mala. Lola Delgado, que me parece una buena profesional y una magnífica persona, tiene un trabajo doble que es recuperar la credibilidad que el nombramiento le ha restado. Capacidad tiene. Espero que también tenga la voluntad.

Otra frase suya: «La sociedad va en canoa y los narcos en lancha». ¿Alguna mejora?
— Seguimos más o menos igual y la justicia digital es un ejemplo. Es un desastre. Nos han puesto una lancha con motor averiado.

Sigo: «Me gusta mi trabajo, pero no cómo me están obligando a hacerlo». ¿Sirve aún?
— Totalmente. De entrada porque tenemos un derecho penal absolutamente expansivo, es la solución a todos los problemas. Desde Catalunya a los derechos sagrados de los periodistas. La única solución que hay para todo es un derecho penal fuerte, con cada vez más pena. Me siento incómodo como fiscal. La protección no tiene que ser necesariamente penal. Y es un tema social, la ideología de derechas y la de izquierdas aquí confluyen. Unos protegen sus intereses y sus ideas de derecha y otros los de izquierdas, pero a forma de hacerlo es la misma: el palo.

Un fiscal investigado que graba a sus compañeros (Subirán) y pendiente de imputación...
— Es una situación difícil, no lo vamos a ocultar, porque es una situación nueva. Pero yo estoy esperanzado en esta Fiscalía. Tenemos una dotación humana extraordinaria y saldremos de esta.

¿Ha actuado tarde la Fiscalía?
— Creo que se ha actuado tarde. Quizá no hemos sido conscientes de lo que teníamos entre manos. La investigación que se estaba realizando es de gente muy poderosa. Me han sorprendido muchas cosas de lo que ha pasado y no te voy a decir cuáles. Pero creo que teníamos que haber actuado antes en algún sentido y no me refiero solo a la actuación del fiscal Subirán, desde una perspectiva global. Pero nos ha sorprendido a todos lo que ha pasado. Incluso la gravedad de los asuntos que se investigaban.

¿Sólo sorpresa?
— Por ahora sólo sorpresa y vamos a ver qué hay. Yo confío en la honestidad tanto de Subirán como del juez Penalva, solo faltaría. De Subirán me jacto de ser amigo y espero que todo quede en agua de borrajas.

¿Cómo valora la presencia de fiscales de fuera de Balears en estos asuntos?
— Eso es inevitable. Cuando estás investigando la actuación de un compañero con el que llevas treinta años, necesariamente puede pasar que te pases de frenada o de largada. Se hace en todas partes y me parece muy bueno de cara al exterior, para la credibilidad que debemos tener.

Rompe su matrimonio de 20 años con el fiscal superior, Bartomeu Barceló.
— Y ha sido encantador y ha sido maravilloso. Siempre cuento una anécdota, el fiscal argentino Estrasera decía: yo cuento en Argentina que un hombre tan de derechas como Tomeu es tan amigo de un hombre tan de izquierdas como tú y no se lo creen. Es una maravillosa persona y nos hemos llevado muy bien desde nuestras ideas y desde nuestra visión de la Justicia que, a veces, es distinta.