Alfredo Serrano, durante la entrevista. | Jaume Morey

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Alfredo Serrano (Madrid, 1963) es ingeniero Industrial. Lleva en el mundo de los cruceros desde 2002 y es el director en España de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA, en sus siglas inglesas). El pasado 11 de septiembre tuvo el primer encuentro formal con las autoridades de las Islas para abordar la regulación de la llegada de cruceros en el puerto de Palma.

¿De qué se habló en la reunión celebrada en Hamburgo con las autoridades de Baleares?
—Nos trasladaron lo que ya habíamos leído en los medios: su deseo de reordenar la actividad de cruceros, al igual que se ha hecho con otras actividades en el pasado. Las Islas han experimentado un crecimiento importante en turismo y desean gestionarlo de otra manera, y nuestro sector ofreció su colaboración. Somos una industria que queremos trabajar con el destino y si hay problemas reales, seremos los primeros en querer solucionarlos.

O sea, que están dispuestos a negociar una regulación o reordenación de la llegada de cruceros...
—Por supuesto que sí.

¿Han pactado ya algún calendario de encuentros?
—Todavía no.

¿Es factible regular las escalas?
—Más que regular, prefiero hablar de gestionar. Hasta ahora no ha habido un gran esfuerzo y hay mucho margen de trabajo a partir de estudios serios, midiendo si las medidas que se toman tienen éxito.

¿A partir de qué año sería posible, puesto que ya se están haciendo contrataciones?
—Hay compañías que tienen confirmada ya la temporada 2020, 2021, y 2022. Ya hay folletos en el mercado.

Entonces esta regulación se tendría que hacer cuanto antes...
—Sí.

¿Hasta dónde estarían dispuestos a llegar a la hora de poner límites?
—Sin tener estudios es imposible saberlo. El límite tendrá que ser aquello que nos permita conseguir los objetivos que nos hemos marcado. Cualquier cosa que sea positiva y esté basada en estudios, la analizaremos o propondremos alternativas.

Este verano han llegado a coincidir hasta cinco cruceros en el puerto de Palma, ¿Cree que son demasiados?
—Primero, lo que nosotros opinemos tiene menos importancia, porque nosotros somos expertos en los cruceros y no en la gestión del destino. Hay gente más cualificada para determinar la capacidad de carga de un destino, empezando por las autoridades. Dicho esto, Palma ha recibido unos millones de cruceristas en un año, que supone un 8 % del número de turistas que visitan la Isla, lo que representa un porcentaje pequeño. Que en momentos puntuales puede haber cogestión, puede ser, pero nosotros vamos a decir si son muchos o pocos en función de los estudios. Pero yo no debo prejuzgar los número idóneos.

En los últimos años el turismo de cruceros se ha incrementado, ¿Puede morir de éxito este modelo?
—El sector de los cruceros es muy conservador, muy miedoso... Las decisiones se toman, además, con mucha antelación. Quizás esta muerte de éxito no se deba tanto a un exceso de turistas, aunque estos mensajes de que los turistas de cruceros no son tan bienvenidos podría suponer que alguna compañía no incorporara el destino en su catálogo.

¿Cómo afrontan las compañías esta crítica social que va a más en contra de los cruceros?
—Intentamos separar lo que es el ruido de la percepción real, ya que tenemos apoyos. Somos conscientes de que tenemos una responsabilidad, puesto que muchos puestos de trabajo dependen de lo que hacemos, y nos sirve de acicate para hacer mejor las cosas, comunicarnos mejor y hacer pedagogía sobre nuestro sector.

¿Qué tienen que decir en temas ambientales, ya que también han sido el foco de las críticas?
—En tratamientos de aguas y residuos, las compañías de cruceros son muy sostenibles. Si hablamos de contaminación atmosférica, que es el reto de muchas ciudades, los estudios más rigurosos que hay, como el de Barcelona Regional, asigna a la actividad de los cruceros un 1,2 % de óxidos de nitrógeno en Barcelona; el 60 % corresponde al tráfico rodado. Con respecto a las partículas en suspensión, es el 0,23 %. Estudios de la Unión Europea apuntan también en esta dirección. La gente piensa que hay muchos más barcos de crucero de los que existen en realidad, menos de 300 en todo el mundo, mientras que la flota de la marina mercante mundial supera los 50.000 barcos. Somos una parte ínfima del número total de barcos que hay en el mundo, y somos los más sostenibles y los que más invierten en tecnología.

La plataforma contra los megacruceros propone una moratoria en su contratación, ¿cómo ven esta medida que también apoya Més?
—Un alto porcentaje de ventas están cerradas para 2020, también los contratos y a un destino serio como Baleares hay que exigirle seguridad jurídica. No me planteo esta opción.