Imagen de un alumno trabajando en el simulador de la Escuela Adema. | Pere Bota

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Entrenar para hacer una endodoncia, un implante o cualquier prueba odontológica y repetirlo las veces que haga falta hasta estar preparado para atender a un paciente real. Ésta es la base práctica para un alumno que quiere ser dentista, y su posibilidad más certera se encuentra en la Escuela Universitaria de Odontología ADEMA, pues desde hace diez meses están en sus manos dos simuladores 3D de última generación para que los docentes pueden planificar tratamientos de alta complejidad.

Se presentaron hace un año en el Congreso Internacional de la asociación para la Educación Dental de Europa, en Oslo, y ahora forman parte del día a día en la enseñanza del grado universitario.

«Primero tocan el simulador y hasta que no tengan unos casos determinados con el porcentaje de éxito adecuado, no ven dientes reales», explica el doctor Pedro Alomar, coordinador del área clínica.

El simulador tiene una cartera de casos predeterminados pero a su vez el profesor puede plantear nuevas hipótesis «bien de forma simulada a través de un catálogo o bien generando archivos tridimensionales de casos en la escuela con los rayos X y enviarlos a la máquina para entrenar», añade Diego González, consejero delegado de la escuela.

Su precio en el mercado es «el de un Lamborgini», y es un ejemplo de la clara la apuesta de ADEMA por la innovación tecnológica y digital en su oferta educativa.