Vidal, en un aula del IES Son Pacs. | M. À. Cañellas

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Antònia Vidal (Llucmajor, 1974) es una de las 20 docentes de toda España que ha sido seleccionada y becada para formarse en el laboratorio de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, siglas del francés Conseil Européen pour la Recherche Nucleaire), gracias a la empresa Hidrobal y la Fundación Aquae, adscrita a la primera. El CERN, con sede en Ginebra (Suiza), es el mayor laboratorio de investigación en física de partículas del mundo. Vidal es profesora de Física y Tecnología en el IES Son Pacs, de Palma.

¿Cómo surgió la posibilidad de la beca?
— Navegando por las redes sociales. Vi un anuncio relacionado con visitas de profesores de Secundaria al CERN. La verdad es que no suelo entrar en reclamos de las redes sociales, pero en éste sí lo hice. Vi que la cosa parecía seria y oficial. Envié un curriculum y una carta de presentación, explicando los motivos por los que yo podía responder al perfil para la beca: básicamente, conocer el CERN y obtener unos contenidos que puedo aplicar y proyectar en mis clases. Además, en el Bachillerato Internacional del IES Son Pacs tratamos un tema específico de física de partículas. Todo fue por pura casualidad, por un click. No sabía que existían estas becas. Realmente, ha sido una de las mejores carambolas de mi vida.

Y la admitieron.
— Así es. Recibí un correo electrónico de admisión. He tenido que pedir un permiso a la Conselleria d’Educació, pues estaré en el CERN durante una semana y coincide con días de trabajo.

Tiene valor que el CERN se preocupe no sólo de grandes investigadores, sino de los profesores de Secundaria, sin desmerecerlos en absoluto.
— Tiene mucho interés en la divulgación de la ciencia y en despertar vocaciones, y en eso tiene claro el papel fundamental que desempeñamos los docentes. También sabe que los conocimientos y herramientas que adquiriremos durante nuestra estancia se podrán aplicar en las aulas, fomentando así las vocaciones científicas. Es su manera de revertir a la sociedad las grandes inversiones que son necesarias para mantener toda la actividad científica del CERN.

¿No acaban de despegar las vocaciones científicas?
— Ha bajado el número de matriculaciones en ciencias no sólo en España, también en Europa, mientras crece la demanda laboral de titulados en ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas. Creo que, al menos en España, estas titulaciones no se están estimulando lo suficiente. Falta más divulgación y más apoyo, en forma de becas y subvenciones. Series de televisión como The Big Bang Theory o, en el caso de Baleares, las aportaciones del grupo de Alícia Sintes en la UIB con las ondas gravitacionales han animado un poco el panorama, pero la verdad es que he estado estos días en una prueba de Física de la selectividad y había siete alumnos, cinco chicos y dos chicas. La ciencia no es fácil. Necesita horas de estudio.

¿Había estado antes en el CERN?
— He estado en Ginebra. Intenté visitar el CERN, pero había que pedirlo con mucha antelación. Exalumnos míos sí lo han visitado. No me puedo imaginar estar allí y luego no reflejarlo con mis alumnos. Es un sueño hecho realidad. Me considero privilegiada. Y no es un lugar sólo para físicos. Allí hay químicos, biólogos, informáticos o ingenieros, pues no se trata sólo de confirmar la existencia del bosón de Higgs, sino también en desarrollar nuevas tecnologías informáticas o industriales, por poner un ejemplo.

¿Domina el inglés científico?
— Sí, aunque la formación que vamos a recibir va a ser mayoritariamente en castellano. En cualquier caso, en un lugar como el CERN hay que tener una mentalidad internacional. Allí se desarrollan grandes proyectos de colaboración internacional. La ciencia es global y avanza globalmente.