Las gomas de mascar son, de hecho, el segundo tipo más habitual de basura callejera, después de las colillas de cigarrillos. Y para ver esto solo hace falta mirar al suelo: las calles de Palma están repletas de chicles negros pegados en la acera.
Pero siempre hay esperanza. Un grupo de alumnos de primero de Bachillerato del Colegio Sant Josep Obrer son conscientes de esta problemática, por lo que han elaborado un proyecto para reducir el impacto de los residuos de las gomas de mascar en Palma. Esta idea ha sido bien acogida por parte de la directora general de la Agencia Tributaria de Baleares, María Antonia Truyols, y ha accedido a que cuatro de los alumnos que han elaborado el proyecto –Marc Palmer, Emma Fullana, Catalina Córdoba y Marc Gregorio, de 16 a 17 años– lo expongan y se lo expliquen.
Francisco José Maturana, economista y profesor del centro, explica que «el proyecto surge del interés del alumnado en el tema de los errores del mercado; más concretamente en las externalidades de consumo derivadas de los residuos de chicle». En este sentido, Marc Gregorio, de 16 años, comenta que «la idea también nace de la indignación de ver sucio el colegio, sobre todo con chicles. Y en la calle pasa lo mismo: las aceras, las carreteras... todo está igual». Emma Fullana, también de 16 años, asegura que «para mucha gente puede ser más fácil arrojarlo al suelo que esperar a la siguiente papelera».
Catalina Córdoba, de 16 años, recuerda un clásico en los colegios e institutos: el pegar el chicle bajo la mesa, práctica que se sigue haciendo a pesar de que Maturana les recuerda que «no se debe comer chicle en clase».
Este proyecto se ha llevado a cabo en las asignaturas de Economía y Filosofía, y Maturana declara que «el alumnado debe reflexionar sobre los efectos externos del consumo y las vías principales de corregirlas.
A pesar del innegable carácter sostenible de la idea, no deja de ser una manera de trabajar conceptos de economía como el cambio de la curva de la oferta con un impuesto, o la elasticidad demanda-precio. En este sentido, los alumnos proponen gravar el chicle con un impuesto del 45 por ciento de su precio, que supone unos cincuenta céntimos de más por cada paquete. Marc Palmer , de 17 años, apunta que «creemos que si los chicles suben tanto de precio habrá mucha gente que no lo consuma y ayude a reducir el impacto».
Además, consideran positivo, aunque de difícil aplicación, la imposición de multas por arrojar chicles al suelo, como ya hacen en lugares como Singapur, Ecuador, París o Canadá.
Además, los alumnos explican que en el proyecto hay también una vía educativa, que según Fullana «consiste en la creación de cuentas de Instagram para concienciar, explicando datos y perjuicios al medio ambiente o en la salud. También haremos charlas para los más pequeños».
Estos cuatro alumnos, aunque jóvenes, lo tienen muy claro. Para los que dudan, les piden «que tengan en cuenta todos los años que tarda un chicle en reciclarse, que hay pájaros y peces que mueren por tragarlos y que por mucho que pensemos que por uno no pasa nada, somos muchos».
Otras ciudades
La diseñadora Anna Bullus comenzó a reciclar goma de mascar y a fabricar objetos al mismo tiempo que limpiaba las calles de Reino Unido. Ahora, se presenta a los presupuestos participativos de la capital con una iniciativa que pretende colocar papeleras para que los ciudadanos depositen ahí sus chicles y reciclarlos como suelas de zapato.
10 comentarios
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Pues me parece una idea estupenda, ánimo chicos. Aunque tienen difícil no desmotivarse: Palma es sin duda la ciudad europea más sucia e incívica en la que he estado.
Enhorabona per la iniciativa: els nostres carrers fan vergonya de xiclets i també de llosques, pixums i caques de ca. Els espais públics són de tots i els volem nets.
Paren el mundo que me bajo.. Los chavales de hoy en día están buurlaos! Jajajaj No hay que tener poca inteligencia y aburrimiento para poner freno a los chicles y que sea aumentando su precio.. Jajajaj. Buscad como tener trabajo al salir de los estudios.. Que eso si que está fatal.
Es lo que tiene pedir algo a una facultad de económicas, haber pedido una solución a una de quimica que los hagan degradables rápidamente
Con todo mi respeto a estos chicos pero que elaborar un proyecto para reducir el impacto de los residuos de las gomas de mascar en Palma sea subir el precio de los chicles....para que la gente no los compre, la verdad creo que no se han roto la cabeza, prefiero el plan del Reino Unido que por lo menos es útil.
Pues no me he dado cuenta de si en el suelo hay chicles pegados o no. Prefiero mirar a mi alrededor lo que hay, por si acaso, que eso si que te puede hacer mucho daño y no un puñetero chicle. Veo que el adoctrinamiento izquierdista y "ecologista* funciona de maravilla. Alguien en la sombra debe estar amasando muchos millones.
Una gran cruzada, sin duda. Pero creo que sería mucho más interesante una cruzada contra los grafitis.
Una gran cruzada, sin duda. Pero creo que sería mucho más interesante una cruzada contra los grafitis.
No ay nada mas importante que hacer ?
...y yo que creía que era el único que veía los manchas negras por las aceras... enhorabuena,chicos.... Gracias