Imágenes grabadas este lunes en la zona de la Platja de Palma. | Click

TW
18

La Playa de Palma se está animando, especialmente en fines de semana, lo cual significa más presencia de turistas alemanes y, por ende, más alboroto. Pero no todos forman parte del denominado turismo de borrachera, un turismo, por otra parte, consentido, porque si el Ajuntament qusiera, lo erradicaba en unas pocas semanas. ¿Cómo? Haciendo caer sobre quienes no cumplen las normativas el peso de la ley en forma de sanciones.

El Ajuntament de Palma –el que ahora ejerce en funciones– aprobó las zonas de especial interés turístico (ZEIT), que entraron en vigor el primero de abril. Entre otras cosas, en las ZEIT se contemplan multas a turistas que monten escándalos y beban en la vía pública. ¿Y qué ha pasado hasta ahora? Pues que mientras los turistas siguen bebiendo en plena calle, y en la playa, y lo hacen por la mañana, tarde y noche, sin que la policía intervenga –tal vez porque no tiene medios de movilidad, tal vez porque no han recibido órdenes de las alturas–, pero que, sin embargo –según nota de prensa enviada por la oficina de aquella–, sí han sancionado a numerosos bares por diversos motivos.

Como hemos dicho, no todos los alemanes que vienen a la Playa de Palma son borrachos. Pero como a los borrachos se les da alas para que beban, cuando y donde les venga en gana, y encima arman el alboroto que arman, parece que son mayoría. Y lo peor de todo, es que como sigamos calificando esa zona de turismo de borrachera, los no borrachos, terminarán por no venir, por lo cual, vendrán menos, pero todos borrachos. ¿Es lo qué queremos..?

La única solución para pararlo es no permitirles que beban en la calle, en la playa y/o en la acera. También sancionar a los que les sirven bebidas en la calle, en la playa y/o en la acera. Que no solo sancionen a los empresarios, como está ocurriendo.

Por otra parte, sorprende que la Policía Local multe a los turistas que compran a los ‘top manta’ y que a estos vendedores le dejen campar a sus anchas, como está ocurriendo ahora mismo. ¿Se imagina en una redada de droga que la policía se lleve a los consumidores y deje que camellos y proveedores sigan vendiendo? Pues eso es lo que pasa, pero en alcohol.