Sa Torre den Puigdorfila estaba en la esquina donde hoy confluyen las calles Castellarnau y Son Ferragut, en la barriada de la Plaça de Toros.

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Nueve nuevos adosados con sótano, planta baja y piso ocuparán la parcela en qué se asentaban las cases de la antigua possessió de Sa Torre den Puigdorfila, también llamada Sa Punta o Can Jaumeu, un vestigio de aquella Palma rural que se extendía más allá de la ciudad amurallada y que tras la aprobación del plan del ensanche, el ‘Pla Calvet’, quedó vista para sentencia.

Sa Torre den Puigdorfila estaba en la esquina donde hoy confluyen las calles Castellarnau y Son Ferragut, en la barriada de la Plaça de Toros. El historiador Gaspar Valero informa que ya aparece documentada en 1666, a nombre de Gaspar Fuster de Puigdorfila, y que en 1741 tenía una extensión de cinco quarterades que se dedicaban al cultivo de almendras, cereales y leguminosas. Tenía también acceso al agua de la Font de la Vila.

El Pla Calvet ya contemplaba que sa Torre den Puigdorfila quedara incluida en la nueva trama urbana que se ganaría al campo. Y de hecho, informa Valero, el paraje se comenzó a urbanizar en el primer tercio del siglo XX, sobre todo por parte de burgueses que apostaron por construir allí, en un lugar que entonces estaba alejado del centro, sus chalets o segundas residencias. No obstante, y a pesar del desarrollo que experimentó Palma a lo largo del siglo pasado, las cases de sa Torre den Puigdorfila o Can Jaumeu se mantuvieron en pie hasta su demolición, hace unos días.

En su lugar se levantarán nueve viviendas unifamiliares de entre 252 y 340 metros construidos. El solar ya está a punto para que las máquinas comiencen a trabajar. La promotora de la urbanización es Jaime Bibiloni. Todas las viviendas dispondrán de sótano, planta baja y jardín y planta piso. Es la Palma que viene, la que ya está aquí.

Un matrimonio

Y luego está la Palma que se va, una Palma que en el caso de Can Jaumeu esconde la historia de un matrimonio formado por el aristócrata catalán Josep de Castellarnau y la mallorquina llamada Francisca Fuster Forteza. El jurista e historiador Román Piña Homs, heredero de la propiedad junto a su hermano, explica que Castellarnau llegó a Mallorca como interventor del Banco de España y que aquí se casó con su tía abuela Francisca. Ambos ya tenían entonces más de 40 años.

La familia Fuster, que era propietaria de predios como Son Oliva o s’Olivera, adquirió Can Jaumeu por medio de Gabriel Fuster –bisabuelo de Piña Homs, un liberal y hombre de negocios que hizo la carrera de América– al noble Felip de Puigdorfila a mediados del siglo XIX. Luego pasó a la ya mencionada Francisca Fuster, esposa de Castellarnau, y de este matrimonio a sus sobrinos. Queda un recuerdo: el nombre de la calle, llamada de Castellarnau en recuerdo del primer urbanizador de la zona.

Piña Homs, que recuerda aun que el campo del Baleares estuvo hasta 1942 en esta barriada, o unas vaquerías cerca de la carretera de Sóller, confiesa su «tristeza» por la desaparición de la possessió, pero «el mundo cambia», observa, con razón.