Palma se ha convertido en el principal puerto base para las navieras de cruceros que operan en el Mediterráneo, principalmente por la conectividad aérea que hay en Son Sant Joan y la oferta de alojamiento en la Isla. | Gabriel Alomar

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El número de cruceristas en el puerto de Palma se ha duplicado en la última década por la mejora de infraestructuras y las bonificaciones que la Autoritat Portuària de Balears (APB) ha aplicado a las navieras para hacer más atractivo el puerto y quitar cuota de mercado a los principales destinos competidores en el Mediterráneo.

La evolución de pasajeros ha ido a más desde 2008, al pasar de los 794.580 de dicho año a los 1.620.810 de finales de 2018. El presidente de la APB, Joan Gual, señalaba recientemente en la presentación de la aplicación ‘Welcome Palma’, que el puerto «registrará incrementos progresivos por el alza de la demanda a a lo largo de todo 2019, pero con el añadido de que la llegada de buques se hará de forma escalona de enero a diciembre».

Uno de los factores que ha influido para que el turismo de cruceros se haya duplicado en diez años, es la apuesta de las principales navieras europeas por convertir a Palma en puerto base de origen y final de los cruceros, lo cual ha tenido un impacto positivo en la oferta de alojamiento, comercial y de restauración.

Esa circunstancia ha convertido a Palma en el principal puerto base en el Mediterráneo, ya que la APB aplica toda una serie de bonificaciones a las navieras en temporada baja del 40 % en las tasas de pasaje y al buque.

La APB, para evitar la saturación en los meses estivales, incentiva además a las navieras con primas especiales por llegar al puerto a partir de las 12 horas, «ya que ello evita que todos los cruceros lleguen a la misma hora y no tengan tanto impacto en el Casc Antic las excursiones de cruceristas», indican desde la APB.

Uno de los principales atractivos del puerto palmesano son las mejoras en las infraestructuras que se han realizado en el último lustro para poder acoger buques con grandes esloras. La principal actuación en este sentido ha sido la puesta en marcha de a una nueva estación marítima, la número 6, para uso exclusivo de cruceros con grandes esloras y en cuya construcción se invirtieron más de 12 millones de euros.

Las navieras, por su parte, han ido reduciendo escalas de forma progresiva porque los buques cada vez son más grandes, llegando alguno de ellos a los 362 metros de eslora (Symphony of the Seas). Esto explica que, a diferencia del número de cruceristas, el de escalas no haya tenido un crecimiento tan espectacular.

El impacto económico del turismo de cruceros en Palma y resto de puertos de titularidad estatal en las Islas, según el último estudio realizado por la APB en colaboración con la Cámara de Comercio de Mallorca, alcanza los 256 millones de euros.

Para evitar la saturación del turismo de cruceros, el Ajuntament y la APB están en fase de pruebas de una aplicación online que indicará a partir de esta Semana Santa a los turistas que zonas de Palma están más o menos saturadas y no coincidir todos en la misma zona.

Gual explica que en el puerto de Palma «hemos mejorado la calidad, la eficiencia y la seguridad en los servicios portuarios, lo cual ha mejorado todos los ratios de competitividad y de satisfacción de las navieras y cruceristas respecto a otros destinos».

La APB añade que hay una gran diferencia entre los buques de tránsito y de base, ya que los primeros hacen una simple escala y los segundos están más tiempo por tener que recoger a otros provenientes del aeropuerto de Palma para iniciar el crucero programado por el Mediterráneo. «La apuesta es que Palma sea puerto base para las navieras no solo en los meses de temporada alta, sino durante el resto de los meses por el efecto positivo que tiene en la desestacionalización», indican desde la APB.