María Carmen Díaz Ruiz, madre de una persona intersexual y activista. | M. À. Cañellas

TW
1

María Carmen Díaz (Sevilla, 1969) es madre de una persona intersexual (aquella que nace con una combinación de características biológicas masculinas y femeninas) y activista de esta causa. Este viernes participó como ponente en la proyección de la película XXY de Lucía Puenzo en el edificio de sa Riera de la UIB. Habló de su experiencia y los problemas de esta condición.

¿Cuándo empezó su activismo?
—Siempre he estado dando visibilidad a esta cuestión, es una realidad que las personas no conocen, y es algo con lo que se nace, no es algo que elijas. A raíz del nacimiento de mi hija intersexual, me planteé como es lógico una serie de cuestiones, y comencé mi activismo, sobre todo explicando y dando apoyo a las personas con dudas que se pudieran acercar a mi. No pertenezco a ninguna asociación, sólo tengo contacto con familias de grupos de apoyo, y no pertenecemos a ninguna asociación porque los estados intersexuales los conforman diferentes realidades, y hay grupos de apoyo para las diferentes condiciones. Lo que sí está en vías de desarrollo es una asociación a nivel nacional llamada Kaleidos, que busca sumar fuerzas y crear una red de personas con la condición de intersexual.

¿Hay discriminación hacia las personas intersexuales?
—Sólo hay que ver el caso de la atleta intersexual sudafricana Caster Semenya, campeona olímpica de 800 metros en 2009 y subcampeona olímpica en Londres 2012. Sus compañeras la denunciaron y le verificaron su sexo delante de mucha gente. Y en el colegio, imagina cuando sale el tema de los órganos sexuales, hay niños que no se ven representados en masculino o femenino.

¿El que haya diferentes estados es un problema para organizarse?
—Creo que el problema no es que haya diferentes condiciones, el problema es que exista esa naturaleza social de querer encajar. Me explico: la condición intersexual atiende a una corporalidad, no es una identidad, ni una orientación, ni una enfermedad o patología. Es una condición natural de nacimiento. El que haya este estado que no encaja ni en masculino ni en femenino corresponde a un patrón social, es algo de la sociedad. Es una diferencia, no es nada más, y no se visibiliza. El problema es que la invisibilización trae desconocimiento, miedo y rechazo. Esto tiene otro problema y es que lleva a la persona intersexual a pensar que tiene una deformación por tener órganos diferentes.

Noticias relacionadas

¿Cómo fue el nacimiento de su hija?
—Pues esto ocurrió hace casi 18 años y, en ese contexto, la sociedad no estaba como actualmente, ni siquiera existía el protocolo médico como ahora. Ahora, médicamente, a la intersexualidad se la denomina es DSD (disorder sexual development).

Uno de cada 2.000 nacimientos tiene órganos sexuales intersexuales pero no hay mucha visibilidad, ¿es fácil contactar con estas personas?
—No. Desde Sanidad no se encuentra información. Muchos doctores han llegado a sugerir a personas intersexuales que no busquen información en Internet, que solo se queden con su opinión. La máxima discriminación se produce cuando a un niño o niña que nace con genitales indefinidos y se le asigna un sexo determinado, después intentan convencer a los padres de que tienen que adaptar los genitales de su hijo al sexo asignado. Incluso desde la ONU hay recomendaciones de que detengan las intervenciones genitales cosméticas en menores de edad, ya que no pueden decidir por no tener la capacidad legal.

¿Está la medicina preparada para dar una respuesta eficaz?
—Creo que la medicina no tiene que dar respuesta a algo que es natural. Creo que hay que ir transformando esto poco a poco, en centros de salud sí se van dando pasos más calmados y eficaces. A los padres hay que darles más información, tranquilizarles y unificar más esta realidad en todos los centros de salud, porque dependiendo de dónde naces hay diferentes respuestas, incluso entre comunidades autónomas. En Barcelona, en Vall d’Hebron, hay equipos que sí tienen experiencia y en Sevilla o Madrid también. Por lo general, el personal médico no está formado en estas cosas por la propia invisibilización de la intersexualidad.

¿Dan las asociaciones LGTBI la suficiente visibilidad a la I?
—No existe la I. Hay mucha propaganda, pero no hay intersexuales en estos grupos, y no se visibiliza. Dentro de los colectivos LGTB, hay asociaciones que tiran más hacia las lesbianas o gais, otras a los transexuales. Yo creo que lo primero que tenemos que hacer es organizarnos entre nosotros. Es algo muy difícil por la propia invisibilización, ya que cada centro te indica una cosa porque no hay protocolo unificado. También es verdad que es muy difícil que a una persona intersexual le ocurra lo mismo que a otra.

¿Qué puede hacer la sociedad para dar visibilidad?
—A la sociedad le pediría que hablara del tema con normalidad, que se añadiera la intersexualidad como algo más dentro de una conversación. A los políticos, que internen este tipo de cuestiones en sus programas. Y a la gente en general, les diría que hay que expresar nuestra opinión con respeto y hablar de manera natural de que todo lo que sea diferente no es monstruoso.