Francina Armengol. | Jaume Morey

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En los ambientes políticos (incluidos los analistas del PP más próximos a Company) hay sorpresa por los movimientos que está haciendo Francina Armengol para la articulación de las listas electorales socialistas. En el Consell desbanca a la 'niña favorita', Mercedes Garrido (que tiene fama de respondona y orgullosa) y maniobra para colocar de número uno a Catalina Cladera, que está muy quemada en el Govern por diferentes errores cometidos pero que le viene de perlas a Armengol para ser cabeza de lista al Consell, es decir, 'sacrificable' cuando llegue la hora de la negociación y los pactos, que este 2019 serán mucho más complejos y difíciles que en 2015, cuando mandaba la euforia anti Bauzá y la izquierda se bastaba por sí misma. Además, Cladera es dócil y disciplinada. Hará lo que le diga Francina. No habrá pataletas. Con Garrido era otro cantar.

Otro sacrificable es Pepe Hila. En este mandato ha sido alcalde dos años. En el próximo puede que se quede sin Lacasitos. Por eso Francina quiere colocar a su alrededor una guardia pretoriana de candidatos leales al Consolat que eviten que el ego de Hila se desmadre. Esta vez la correlación de fuerzas puede ser diferente y mucho más complicada que hace cuatro años, siempre que se produzcan los resultados que calcula el Consolat.

Los movimiento de Armengol se mueven sobre dos vectores. Dando por hecho (según su óptica) que PSIB y Més más o menos repetirán resultados yendo ligeramente a la baja. también se espera un terremoto electoral que certifique el hundimiento de Podemos. Las niñadas y novatadas que han protagonizado los podemitas en el Parlament durante la presente legislatura avalaría este descalabro. De los diez diputados que obtuvieron en 2015, es posible que su fuerza quede reducida a la mitad.

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Estas previsiones, en su conjunto, significan la pérdida de la mayoría absoluta para la izquierda. Así, las posibilidades de Armengol de seguir en el Consolat pasan por el PI de Jaume Font. La oferta al PI será clara: la presidencia del Consell y mucho mando en la institución insular. La oferta a Més también será diáfana: la alcaldía de Palma y la vicepresidencia del Govern. ¿Y Podemos? ¿Habrá cromos para los podemitas? Los cálculos del PSIB es que después del varapalo electoral estarán lo suficientemente deprimidos para no formular demasiadas exigencias: se conformarán con la presidencia del Parlament y, sobre todo, no incordiarán poco más que lo imprescindible ante el nuevo pacto PSIB-Més-PI, destinado a dejar con un palmo de narices a Biel Company, a Pericay y a Jorge Campos, que sin duda entrará en el Parlament.

Esos son los cálculos del Consolat. Buscarán beneficiarse del movimiento que se está organizando en Balears y en toda España de 'frenar como sea a la extrema derecha' en el que los sindicatos estarán en vanguardia. Ya se están organizando plataformas de concienciación y de toma de la calle en esta dirección. Por primera vez en muchas décadas, el 'voto del miedo' no se ubicará en las papeletas de la izquierda, sino de la derecha dispuesta a pactar con Vox. Éstos son los cálculos socialistas.

Y el bombón a saborear se llama Jaume Font. Hacia él se dirigen los esfuerzos de Francina, consciente de que Més y Podemos acatarán este acuerdo dentro del ambiente 'anti extrema derecha' que se está creando y articulando en el Archipiélago y en la Península, desde Gata a Finisterre. Por eso Armengol necesita 'compañeros y compañeras' mimosines y manejables dentro de su partido, prestos al sacrificio corderil a las buenas o a las malas. Es la única posibilidad que tiene el PSIB de mantener el Consolat, con Francina Armengol moviendo los hilos de la política balear cuatro años más.