Joan Francesc Sastre es auténtica memoria viva del Consell de Mallorca. | Jaume Morey

TW
3

Joan Francesc Sastre (Palma, 1952) es memoria viva del Consell de Mallorca. Entró a su servicio en 1982, antes de las primeras elecciones autonómicas y cuando aún era ente preautonómico. Ha velado por el buen funcionamiento de este palacio neogótico que fue anteriormente sede de la antigua Diputación. Ha servido a todos los presidentes del Consell.

¿De dónde viene su vocación de mayordomo?

—Fue consecuencia de mi trabajo en el Consell. Yo estudié restauración de muebles en la Escuela de Artes y Oficios. Siempre me ha gustado la restauración aunque cuando era joven era complicado obtener una compensación económica adecuada por un trabajo que requiere una dedicación absoluta. En 1982 entré como ordenanza en el Consell. Y en 1994 gané las oposiciones a mayordomo de la institución.

¿Quién era el presidente entonces?

—Maximilià Morales. Fue el último de las instituciones preautonómicas. Jeroni Albertí había dejado el cargo para presentarse a las elecciones. Fruto de ellas, Albertí salió elegido primer presidente del Consell y Gabriel Cañellas del Govern. Era el año 1983.

¿Qué tal eran Albertí y Morales?

—Muy parecidos; muy rectos. Le daban mucho empaque al cargo, incluso solemnidad. Eran hombres de un estilo propio de la época. Siempre iban impecables, aunque llegasen muy pronto a trabajar.

En 1987 salió elegido presidente Joan Verger. ¿Qué recuerdos guarda de él?

—Con Verger llegó al Consell la campechanía y la llaneza. Era muy próximo, muy humano. Era la sencillez personificada.

Su sucesora fue Maria Antònia Munar en 1995, que fue presidenta doce años, ¿qué diría de ella?

—Puedo asegurar que durante su etapa de presidenta era muy simpática. También hizo mucho por la institución. Le dio un peso político y de presencia como jamás había tenido. Ella impulsó la Diada y la conversión de ‘La Balanguera’ en himno de Mallorca. Elevó al Consell.

Dicen que Munar fue la presidenta que llegaba más tarde al trabajo, ¿es cierto?

—Ha sido la presidenta que más ha cuidado su aspecto. Llegaba impecable al despacho. Perfecta en maquillaje, peinando y vestido. Era una presidenta coqueta y de gran elegancia. Sabía que de esta forma dignificaba la institución.

¿Y sus sucesoras Francina Armengol y Maria Salom?

—Francina fue muy correcta, pero tal vez sea la que se mantenía más distante de sus subordinados. Siempre mantuvo este estilo. Con Maria Salom llegó una forma de comportamiento muy parecido al de Morales y Albertí. Extrema corrección y empaque.

¿Y de su actual president, Miquel Ensenyat, qué opina?

—Es una persona muy próxima, muy afectuosa y humana. No crea distancias.

¿En qué consiste el trabajo de un mayordomo?

—Es atender a las necesidades de la casa para que funcione perfectamente. Yo soy el mayordomo del Consell, no de sus presidentes. He de procurar que todo esté limpio, que funcione el servicio de ordenanzas y atender a cualquier disfunción o fallo. También seguir las instrucciones del jefe de protocolo. En todo caso, las cosas han cambiado mucho en treinta años. Hoy no hay tanta preocupación por las formas.

¿Se prepara comida en el Consell para los altos cargos?

—Hoy en día ya no. Tenemos una cocina y estamos preparados para cualquier urgencia caso de que fuese necesario ofrecer una comida, pero lo normal es que se use un servicio de cátering que viene de fuera. Lo utilizamos en recepciones o en eventos. La cocina se usa fundamentalmente para recalentar. En todo caso, un mayordomo ha de saber preparar una mesa. Se exige en las oposiciones. En el Consell somos un mayordomo y cinco ordenanzas.

¿Qué hará ahora que se jubila?

—Podía haber esperado hasta los 70 años, pero he decido hacerlo con 66. Ha llegado el momento. Me gustan el footing, las caminatas y pilates. También es posible que vuelva a hacer algunas cosas de mi antigua vocación de restaurador de muebles. No descarto tampoco que me integre en alguna actividad solidaria.