La costa de Andratx es una de las más urbanizadas del litoral balear. | Michel's

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La degradación del paisaje en Baleares ha aumentado un «preocupante» 65,5 % en el periodo 2005-2014, lo que corresponde con más de 10.800 hectáreas, principalmente debido a la urbanización. Así se desprende del informe ‘A toda costa’ presentado este martes por la organización ecologista Greenpeace y el Observatorio de la Sostenibilidad.

Sin embargo y pese a ese elevado incremento de degradación, Balears es la segunda comunidad autónoma con menor porcentaje de superficie costera urbanizada con el 7,2 por ciento de terreno «degradado» por este motivo. En esta línea, el informe detalla que la presión que llevan sufriendo las playas debido a la urbanización y al turismo desde el boom de los años 80, continúa aunque a un ritmo más moderado dado que ya está el espacio saturado. Aún así, califica de «alentador» que un tercio de la línea urbanizada de las playas baleares se mantiene fuera del contacto urbano, teniendo en cuenta el carácter «tan dependiente» del turismo y la construcción residencial de Balears.

A nivel nacional, el 80 por ciento de los recursos ambientales que provee la costa española está «en recesión» debido a la urbanización masiva, según el informe. El estudio señala que en los últimos 30 años, coincidiendo con la aprobación de la Ley de Costas de 1988, la superficie de costa urbanizada se ha duplicado, pasando de 240.000 a 530.000 hectáreas, lo que supone que un 13,1 por ciento de la costa española está urbanizada frente al dos por ciento del interior. Ante este panorama, la responsable de Biodiversidad de Greenpeace, Pilar Marcos, aseguró que la Ley de Costas y la Ley del Suelo, aprobada hace 20 años, otorgó una gran potestad a los municipios para urbanizar en la costa, y lamentó que en los últimos Presupuestos Generales del Estado (PGE) tan solo el siete por ciento destinado a la costa es para su preservación.

Otro aspecto a destacar del informe es que Balears es la comunidad que más vegetación de ribera ha perdido, lo que eleva sustancialmente el riesgo de inundaciones. En este sentido, señala que los bosques de ribera, capaces de frenar avenidas e inundaciones, han experimentado una regresión «alarmante» de 655 hectáreas en la última década, lo que supone una reducción de casi el 44 % de su superficie (Tabla 23). El informe considera que se trata de una contracción «de proporciones catastróficas».