Actualmente lleva el negocio de Medias Casa Fubor la nieta del fundador, Joana Maria Fuster Vicens. Se trata de una de las pocas lencerías tradicionales que quedan en Palma. | Joan Torres

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José Fuster y Joana Borràs trabajaban como dependientes en la Casa de las Medias y en 1943 decidieron montar su propio negocio y abrieron Medias Casa Fubor en lo que hoy es la calle Pescateria Vella de Palma. En 1967 la familia compró el local actual de la calle Pare Bartomeu Pou y durante un tiempo funcionaron ambos comercios, hasta que en 2006 se cerró el primer establecimiento. Actualmente lleva el negocio la nieta del fundador, Joana Maria Fuster Vicens. Se trata de una de las pocas lencerías tradicionales que quedan en Palma y es uno de los comercios que el Ayuntamiento de Palma ha incluido en el catálogo de Establecimientos emblemáticos de Palma.

El nombre Fubor proviene de la unión de los dos apellidos de los fundadores. Joana Maria explica que «la tienda que abrieron mis abuelos era un negocio familiar en el que trabajaban mi padre, Onofre, y sus hermanas. Mis tías se casaron y dejaron el negocio, por lo que mi padre continuó con él». Su madre, Cosma Vicens, comenzó en esa tienda como dependienta «y con el tiempo se casó con mi padre y entonces mi abuelo le montó a mi madre la segunda tienda, la actual». Joana Maria empezó a trabajar con su padre a los 18 años, «pues mi abuelo ya se había jubilado, y cuando también mi padre se retiró cerramos la primera tienda y yo vine a trabajar unos años con mi madre». Desde hace ocho años está al frente del negocio familiar.

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La primera tienda «era muy pequeñita, muy emblemática –recuerda Joana Maria– y solamente se vendían medias, calcetines y bragas». Por allí pasaron personajes como Sara Montiel –«que compraba muchas medias»– y familias nobles del centro de Palma. El establecimiento actual es más grande y se pudo ampliar el catálogo de productos, como la ropa interior de caballero, pijamas, camisones, ... Su madre comenta que durante muchos años «las medias fueron el fuerte del negocio, hasta que se empezaron a poner de moda los pantalones entre las mujeres». Hoy lo más demandado es la lencería, «sobre todo los sujetadores».

Cosma, ahora ya jubilada, da las gracias a los clientes, sin los cuales «el comercio no habría permanecido abierto durante tanto años». Asegura que «tenemos una clientela de hace muchos años, gente de los pueblos y de Palma, que sigue viniendo porque damos un buen género y sabemos lo que quieren y lo que necesitan y eso es importante». Y es que el peso de la clientela son las personas mayores, «que no están acostumbradas ni les gusta ir a una gran superficie a comprar y prefieren un trato más cercano», afirma Cosma.

Joana María he crecido en esta tienda y podría haber seguido otro camino pero por las circunstancias de la vida «decidí probar un año y al final me involucre tanto que me gustó». No se arrepiente, «aunque el horario es muy esclavo». «Yo escucho mucho a mis clientes, me implico y creo que por todo esto se sienten satisfechos». Por último, reclama más ayuda a Cort, «la acera de esta calle está levantada por los árboles, lo cual no beneficia al cliente». También lamenta que «este año la calle no ha tenido luces de Navidad».