Panorama desolador de encinas defoliadas por la oruga entre Esporles y Valldemossa. | B. HOMAR

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La oruga peluda, Lymantria dispar, ha irrumpido bruscamente en encinares del Pla de Mallorca, principalmente en Costitx, Sineu y el corredor Inca-Muro, y en las masas boscosas situadas entre Esporles y Valldemossa, especialmente en el área comprendida entre el Puig des Boixos, la Mola de Son Pacs, el Coll de Sant Jordi y la propia Comuna de Valldemossa.

Los efectos de la oruga peluda son devastadores, auténticos estragos. Las orugas peludas defolian las encinas y otras plantas, llegando a dejarlas casi sin hojas y debilitándolas. Estas orugas no provocan ningún problema de salud en las personas, más allá de las molestias que puedan causar si proliferan en el entorno de núcleos habitados. La afectación sobre los encinares comprendidos entre Esporles y Valldemossa es muy intensa, dejando un panorama desolador de encinas prácticamente sin hojas y panorámicas grises y marrones en lo que antes era una continuidad de bosques llenos de verdor.

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La jefa del Servei de Sanitat Forestal de la Conselleria, Sandra Closa, explicó a este periódico que «cada 10, 12 o 15 años, se produce una explosión epidémica o marabunta de estas características. Este año se ha registrado primero en el Pla porque allí el calor ha llegado más pronto. La última gran plaga registrada en Mallorca fue en Artà en el año 2005, ocupando unas 20 hectáreas, aunque desde entonces se han producido pequeñas afectaciones o miniexplosiones en zonas de sa Comuna de Bunyola o en Montuïri».

Sandra Closa señaló que «la oruga peluda tiene este comportamiento cíclico, con grandes explosiones epidémicas cada 10 o cada 15 años. Estas explosiones tienen una duración de tres a cinco años hasta que dejan de ser perceptibles. Y es en el mes de mayo cuando las orugas salen de sus huevos». La técnica de la Conselleria de Medi Ambient destacó que «una pareja de mariposas puede poner entre 500 y 700 huevos, aunque existen casos conocidos y documentados de puestas de 1.500».

Las parejas de mariposas ponen sus huevos en los troncos o en las caras internas de las ramas de las encinas.