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Cada gesto que haga Pedro Sánchez debe ser analizado con lupa. Tras el desastre-manazas de Rajoy la sutileza ha llegado a Moncloa. Es en este contexto que el nombramiento de Josep Borrell como nuevo ministro de Asuntos Exteriores adquiere una gran relevancia. Aunque jamás ha sido nacionalista, Borrell es catalán de pura cepa y socialista de toda la vida. Ha sido ministro y presidente del Parlamento Europeo. Y ha escrito un libro y numerosos artículos contra la independencia de Cataluña. Defensor acérrimo de Pedro Sánchez cuando aconteció el golpe susanista del 2016, goza de la absoluta confianza del actual presidente.

Es seguro que Borrell no convencerá a los independentistas. Su activa participación en las manifestaciones de Societat Civil Catalana en Barcelona le han supuesto desprecios de todo tipo por parte del soberanismo. Pero la batalla que debe ahora ganar Borrell no está en Cataluña, sino más al norte, entre los países más avanzados de la Unión Europea, donde, guste o no, el independentismo catalán ha recogido adeptos y simpatías.

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¿Por qué el primer paso de Sánchez ha sido ofrecer la cartera de Exteriores a Borrell? Primero para tranquilizar a los que creen que el independentismo catalán está más cerca de sus objetivos tras la caída de Rajoy. Pero el segundo es mucho más importante: Borrell debe intentar ganar la batalla internacional y evitar que crezcan las simpatías hacia Puigdemont y Torra. Ahí está la clave. Además, debe hacerlo sin humillar ni vejar a los catalanes, con tacto y mano izquierda.

Porque los desastres de Rajoy han sido de bandera de feria taurina de tercera clase. El 1-O terminó en festival de porrazos contemplados con estupor en todas la televisiones de Europa; las euro órdenes contra Puigdemont y demás huidos han acabado en fiasco, y los encarcelamientos de líderes catalanes no han logrado otra cosa que aportar nuevas simpatías internacionales a la causa catalana. Esa es la auténtica causa de que Rajoy haya caído como un pelele bobo, sin que los poderes económicos, fácticos e institucionales movieran un dedo para salvarle. El PP se ha dado cuenta y ya le preparan un congreso-funeral extraordinario para otoño y mandarlo a su casa sin contemplaciones. El anticatalanismo barato de Mariano (tratando de tapar así la corrupción) ha sido su final y ha hecho un daño tremendo a su partido. Además, ha regalado la iniciativa a los independentistas, hoy más numerosos que nunca.

Con Borrell llega la habilidad y el intentar recomponer los cristales rotos con firmeza pero también con habilidad. Viene un nuevo estilo. Sánchez sabe que su futuro pasa por Cataluña. ¿Sabrá aprovecharlo? La clave está en conseguir que los presos salgan de la cárcel, que los 'exiliados' regresen y que todo se rehaga poco a poco sin ceder en la unidad de España pero avanzando hacia el Estado federal abierto, moderno y equilibrado que supere para siempre el histerismo centralista y los atavismos fanáticos de la España negra. Por eso Sánchez necesita a Borrell a su lado. Esa un juego de auténtica orfebrería política.