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Som sa presó es el proyecto de un grupo de colectivos y creadores para dar «una segunda oportunidad» a la vieja cárcel de Palma, de propiedad municipal y actualmente en estado de abandono.

«La idea surgió porque desde In Progress Palma (Reciclatge en progrés) estamos en contacto con diferentes grupos, como diseñadores de moda, anticuarios, músicos, etc, y vimos que son sectores muy potentes, que hay un montón de talento, pero que faltaba ese paso de organizarnos y de tener un espacio común, porque casi todos reivindican la falta de lugares donde desarrollar las iniciativas», explica Sonia Bove. A partir de ahí, relata, «empezamos a organizarnos y a buscar espacios».

«Nuestro proyecto –añade Jesús Ruesgas, también de In Progress– busca unificar a todo tipo de colectivos en un espacio activo, vivo». Talleres, mercados, pop up, coworking, asesoría, cantina, locales de ensayo y grabación, espacios cubiertos, ferias de muestras, conciertos, alojamiento para jóvenes, gimnasio, café, debate, espacios de reunión y de exposiciones, conferencias... son algunas de las propuestas que se podrían llevar a término. «Y todo ello abierto a la ciudadanía, para que no sean solo talleres y espacios de trabajo, porque entonces la gente de fuera no nos conocerá», explica.

Desde In Progress reconocen que hay colectivos o personas que no tienen necesidad de un espacio físico para trabajar todo el año, «sino que a lo mejor solo lo necesitan de forma puntual, para presentar un producto o celebrar una feria, por lo que el proyecto iría evolucionando».

Junto a In Progress por ahora se han sumado a este proyecto los siguientes colectivos o personas: Joves Arquitectes de Mallorca, Cervezas del món–Gastronomia, Mariantonieta Vintage/Anticuarios de Palma, Run Run Cultura en Acció/Festival Món de Sons, Associació Jane’s Walk Palma, Silke Sommer, Go Malaca, Made in Meri–col·lectiu moda y Orgull Llonguet.

El proyecto ya se ha presentado al Ajuntament de Palma que «por lo pronto se mostró a favor y con ganas de apoyarnos pues no hay otro proyecto igual en toda la ciudad, ni un espacio como éste y Cort lo sabe. En Palma se hacen muchísimas cosas, hay muchísimo talento e inquietudes pero falta esa coordinación y esa unión para no solaparse y que el esfuerzo no caiga en saco roto», apunta Sonia Bove. Otras ciudades ya han puesto en marcha iniciativas similares, como el centro de creación en la antigua prisión provincial de Segovia, el proyecto cultural en la prisión de Lleida o el espacio de creación artística en la de Mataró o en la Modelo de Barcelona.

Desde la asociación Joves Arquitectes de Mallorca (JAM), Lluís Gené explica que la vieja prisión es «un espacio muy versátil, con espacios grandes, como los comedores o zonas comunes, perfectos para algunos eventos, y otros más pequeños como son las celdas, ideales para aulas de música o boxes de ensayo, que es una de las reivindicaciones clásicas del colectivo de músicos».

El arquitecto también destaca que la prisión está ubicada en Cas Capiscol, un barrio con un gran déficit de equipamientos, en una rótula entre el centro de la ciudad y la Universitat, muy bien comunicado con la carretera de Sóller y la vía de cintura «lo que ayudaría a descentralizar un poco el foco cultural, que muy frecuentemente está de Avenidas para adentro».

«Tenemos un edificio que forma parte de la memoria visual de Palma y cuya estructura está impecable y se puede adecuar con un mínimo de presupuesto, sin derribar nada».
Estos colectivos no están en contra de que se dedique parte del terreno a construir viviendas, como se ha reclamado, pero Gené recuerda que «en este barrio precisamente hay previsión de construir unas 800 viviendas justo a 100 metros, en Son Busquets, y otras tantas en Son Simonet».