Víctima de violencia de género protagoniza un documental. | Pere Bota / La Maleta de Marta

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Era un día cualquiera del año 1999. Marta estaba en la calle. Hacía un año y medio que se había separado, había puesto distancia a una relación matrimonial marcada por malos tratos psicológicos. Había retomado su vida, el juez le había dado la custodia de una de sus dos hijas, pero ese día su expareja quiso acabar con ella, lo premeditó y lo intentó. «Me atropelló, se bajó del coche con un cuchillo, me degolló y me apuñaló».

Mientras lo cuenta, Marta Anguita pierde la mirada, repasa y verbaliza lo que ocurrió en las siguientes horas: Llegó al hospital casi desangrada, fue sometida a una operación de doce horas y, tras una semana en la UVI, se dio cuenta de que, después de todo, se había quedado sola con sus dos niñas. «Mi familia me dio la espalda. Estando ingresada mi madre me dijo que cómo había montado ese escándalo». Pese a todo, decidió que no se iba a rendir: «No tuve ningún tipo de ayuda, ni psicológica, ni económica ni de nada. Tampoco tuve a mi familia, pero hice una piña con mis hijas y hemos podido salir adelante».

Aunque han pasado años, reconoce que no ha dejado de pasar miedo. «He pasado miedo, por supuesto. Pero no me puede dominar. El trauma lo sigo teniendo, pero lo domino yo a él. Lo que me ha ayudado a salir adelante son mis hijas y las ganas de vivir y mis ganas de llevarle la contraria: ahora te vas a jorobar tú», dice Marta Anguita, quien ha participado este jueves en un coloquio en el IES Sureda i Blanes tras la proyección del documental La maleta de Marta, del que es protagonista. La pieza podrá verse este viernes, a las 20.00, en la Casa de cultura, Felanitx, con motivo del Día Internacional contra la violencia de género, que se conmemora este 25 de noviembre. El acto ha sido organizado por el departamento de Participació Ciutadana i Presidència del Consell de Mallorca en colaboración con 22 ayuntamientos y Amnistia Internacional.

A través de la persona que llevó su caso, el documentalista austriaco Günter Schwaiger contactó con Marta para invitarla a participar en este audiovisual. «Dije que sí, no me lo pensé. Me prometí que si salía viva y me daban la oportunidad de contar mi caso, lo iba a hacer para dar voz a todas las mujeres que están muertas y no pueden hablar». «El que tiene que sentir vergüenza es el agresor, para mí fue una liberación contar lo que me pasó», subraya.

Legislación

«El sistema no funciona, desde hace años digo que las leyes si no están dotadas de medios no sirven de nada y, sobre todo, hay que controlar al agresor. El que tiene que avergonzarse es el agresor y no la víctima. En esto la sociedad tiene que cambiar, en esto veo un retroceso. Me preocupa especialmente entre la gente joven», afirma. Es por ello que asiduamente participa en conferencias en institutos. «Les interesa mucho el tema y les recuerdo que hay fronteras que no se pueden traspasar y que nunca dejen sola una víctima de violencia de género. Probablemente, alguno en su casa está viviendo algo parecido y hacen muchas preguntas».

Marta recupera su doloroso episodio para ayudar a otros, abre su maleta del pasado y expone su desgarrador testimonio. Lo que le sucedió aquel día en la calle se clava en alma, también su sonrisa cuando agradece el haberla escuchado. El Supremo reconoció los hechos como asesinato en grado de tentativa, con premeditación, alevosía y ensañamiento. «Le echaron quince años y salió a los once. No me parece justo, se le tendría que haber exigido una serie de requisitos o, al menos, el arrepentimiento, que en este caso no lo hay. Tampoco hizo terapia». Ella vive con ello, domina al miedo.