Los vecinos de la zona del Banc de s’Oli afectados por el cierre de las calles, que no es tal, ya que a pie pasa todo el mundo, están molestos. | Click

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Los vecinos y comerciantes de la zona del Banc de s’ Oli, en Palma, están preocupados –y se sienten perjudicados–, ya que desde hace unos tres meses las calles Sant Espirit y Gater están cerradas al trafico rodado y a los viandantes, porque de la fachada de una de sus casas ha habido desprendimientos, lo cual ha obligado a Cort a cerrarlas por medio de vallas, en las que se pone en conocimiento de la ciudadanía en general que está prohibida la circulación por ellas, advirtiendo al infractor que puede acarrearle una sanción (incluso cárcel).

Tiran las vallas

Pues bien, dichas vallas, están cada dos por tres por los suelos, y algunas lucen ya bastante deterioradas, todo porque alguien –o alguienes– de noche, no solo las tira, sino que rompe los tubos a los que están atadas.
«El ruido que se produce al tirarlas, y más de noche, se siente desde nuestras casas –dice una de las vecinas que se ha reunido para hablarnos del tema–. Y aparte de las molestias que produce, da qué pensar si a veces es que alguien, amparándose en las sombras, quiere entrar en alguno de los inmuebles».
Eso por una parte. Por otra es que por esas calles sigue pasando la gente a su gusto, no haciendo caso de la advertencia de peligro de desprendimientos o derrumbe, y pasando olímpicamente de esa multa que les puede caer.

«Por tanto –dice otro vecino– si las vallas, incluso cuando están por los suelos, impiden la circulación rodada, lo cual perjudica a los comercios de la zona, no así a los viandantes, ¿por qué no se le pregunta al dueño del inmueble que ha ocasionado todo esto, qué piensa hacer con él, si arreglar el deterioro que tiene, tirarlo definitivamente, o dejar que se caiga...? Porque así no podemos estar más tiempo. Porque, repetimos, es un inconveniente y una molestia para los que vivimos en estas calles, y un perjuicio económico para tiendas, comercios y otros establecimientos. Por ello, Cort no nos puede tener así durante más tiempo, sino tomar cartas en el asunto, y poner punto final a esta situación que se está prolongando demasiado».

Resumiendo...

Pues así están las cosas, entre peligros, infracciones y molestias. Una casa con desprendimientos de partes de su fachada, unas barreras que se colocan alrededor de ella para impedir la circulación de todo tipo con el fin de evitar algún accidente originado por algún desprendimiento o derrumbe, lo cual crea molestias a vecinos y comerciantes, y alguien que tira las barreras para que la gente, a pie –que está prohibido según indica el cartel adherido a la barrera– pueda circular por ellas como Pedro por su casa, con el peligro de que se caiga una teja o un trozo de pared. O la casa entera... Porque lo que no pasa en un mes, pasa en un minuto, como demuestra la experiencia.