Imagen del interior de la antigua cárcel. | Alejandro Sepúlveda

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El estado de degradación extrema que sufre la antigua cárcel de Palma no impide que un grupo de okupas habite este edificio público de manera regular y discreta desde hace tres meses.

Jeringuillas, preservativos o cables eléctricos forman parte del paisaje del complejo penitenciario, al que este miércoles se podía acceder libremente por la puerta principal. Varias paredes, ennegrecidas por el humo, dan cuenta de los incendios que se han producido allí en los últimos años, y una cantidad ingente de escombros y basura se extiende a lo largo de todo el recinto. Un número indeterminado de personas vive en estas condiciones a diario al no poder optar a una alternativa de vivienda digna.

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Es el caso de una mujer de etnia gitana que prefirió mantenerse en el anonimato. Según relató lleva viviendo sola «más de tres meses» en el presidio abandonado. Ocupa una habitación en el primer piso del edificio en el que antiguamente se alojaban el personal del presidio y que está separado por un muro del pabellón de presos.

En la planta de arriba, reside un hombre en compañía de su perro, que ladra intensamente al detectar la presencia de extraños. Un numero indeterminado de indigentes utiliza frecuentemente este espacio para resguardarse de la lluvia en las noches de mal tiempo o como refugio pasajero antes de encontrar acomodo en otro lugar. Es habitual que muchos de ellos aprovechen este espacio para consumir todo tipo de drogas.

La antigua cárcel albergó la sede de Protección Civil hasta el año 2015 y estuvo a punto de acoger el rodaje de la película Celda 211, dirigida por el mallorquín David Monzón.