Miquel Vidal. | Joan Torres

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El presidente del PP, Miquel Vidal, estaba triste este martes en el pleno del Parlament. Biel Company trataba de animarle, sin éxito. Vidal también habló de manera reservada con Maria Salom, ambos muy serios. El presidente ha comprendido perfectamente que los cinco años de sanción impuesta por el Comité de Derechos y Garantías a Aina Aguiló es en realidad una bofetada contra él. La gente de Hablan las Bases y los rodriguistas que controlan este Comité se lo han dicho a la cara a Vidal en forma de expediente sancionador a Aina: «Tú, presidente, no pintas una regadera ni puedes con nosotros». Y Vidal se ha tragado el sapo. Mirará por Aina en Madrid, aunque la contundencia de la sanción es demoledora. Estos cinco años a Aina significan: «No te tenemos miedo, Vidal». Es la primera vez que un presidente regional no pinta una escoba en un Comité interno del partido. La primera vez.
Vidal ha hecho movimientos para intentar descabezar este Comité. Se ha querido quitar de encima a Antoni Deudero, su presidente. Pero en el último segundo no se ha atrevido aunque tiene permiso de Madrid para hacer y deshacer a su antojo dentro de la organización. Ha pecado de prudencia (que es el peor de los pecados que puede cometer un político en coyuntura de lucha del poder por el poder). Lo mismo puede decirse de Biel Company, líder regionalista que no se atreve a saltar a la arena con capote, estoque, banderillas, puntilla, puya y lo que haga falta. No se decide mientras los otros se envalentonan. Una máxima política más antigua que las sandalias de Caín lo deja claro: La debilidad favorece al agresor. Y Company y Vidal han sido débiles.
Por tanto, el Comité, controlado por Deudero, líder de Hablan las Bases, con el apoyo de Quico Mercadal y de destacados rodriguistas, le ha hecho un akelarre a Aina Aguiló, solamente porque se atrevió a decir que se hace uso «partidista» de este Comité. Tal afirmación es una obviedad que no merece ni comentarse. Han ido a por Aina porque Vidal intentó quitar hierro al incidente de la cena de Navidad, donde la exdiputada tuvo un rifi-rafe con el secretario general, Andreu Ferrer. Han ido a por Aina para dejar en evidencia a Vidal. Este martes, la cara del presidente del PP lo decía todo: de pronto comprendió lo que no ha querido ver hasta ahora, que se encuentra ante un imparable proceso de rebelión interna. Aina es la excusa, él es el objetivo.
El PP está alborotado. Hay regodeo interno porque al coordinador de campaña, Joan Jaume, le han enchufado como asesor del Consell «cuando lo lógico es que para un cargo interno tan importante debería depender del partido en todo y para todo». Por su parte, Miquel Vidal destacó, respecto a este asunto, que «es perfectamente legal nombrarle asesor». No todos piensan lo mismo miembros del otro bando en liza. «Los asesores del Consell están para ayudar a esta institución, no para hacer otras cosas, porque hacemos el ridículo. ¿Es que no nos importa el Consell? Porque ésta es la imagen que damos».
El cabreo va a un más lejos. En voz baja, otros miembros destacados del PP afirman que «Dios quiera que no pase nada este verano. Vienen millones de turistas y hemos dejado Delegación del Gobierno desguarnecida por decisión de Madrid». Algunos no han digerido la designación de Teresa Palmer como cabeza de lista al Congreso. «Lo curioso es que sus tres asesores continúan en sus puestos cuando la ley dice que deberían haber cesado con ella. Ocupa su puesto un funcionario, Evelio Antich, «que es inteligente y capaz, pero ojalá no tenga que hacer frente a un problema político o jurídico serio». También indican que puestos clave dependientes de Delegación se están quedando vacíos «como el Contra la Violencia de Género o incluso el de Industria».
La sensación de provisionalidad y lucha interna se extiende de punta a punta de este partido.