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Ya estamos en en plena carrera hacia el sprint final. En Balears están en juego muchas cosas: ¿quién será la lista más votada? ¿habrá sorpasso al PSIB por su izquierda?, ¿habrá revolcón de escaños para el Senado?, ¿trabajaran los rodriguistas del PP y los calvistas palmesanos del PSIB en la campaña y en el día de las elecciones?, ¿por quién votarán los 13.000 regionalistas que apostaron por el PI el 20-D? Del resultado que salga dependerá también en parte el desarrollo de la política balear en los próximos años.

En el PP el president Miquel Vidal quiere calma, sentido común y cordura. Ha convocado al comité regional para el miércoles de la semana que viene con un objetivo clave: Ratificar las listas de diciembre del primero al último nombre. Eso significa que pasa olímpicamente de la presión rodriguista, que intentará hasta el último segundo deshinchar a Mateu Isern a ver si renuncia a ser cabeza de lista al Congreso. «No lo lograrán por mucho que pinchen con aguja de coser», afirman fuentes regionalistas de este partido, Los peperos están seguros de sus tres diputados, pero tienen dudas sobre el Senado si se produce la comunión Podemos-Més. Habrá que ver qué pasa en las otras islas. Pero en Mallorca la que podría caerse de la cuerda es Cati Soler si Podemos-Mes alcanzaba el segundo senador. En la lista senatorial el apellido es importante porque los candidatos son ubicados por orden alfabético, por tanto, Miquel Ramis está más tranquilo ya que va por encima de Soler y el más alto de la lista siempre saca más votos.

Vidal ya da instrucciones: Quiere una campaña «en positivo, nada sangrienta. No quiere votos del miedo, sino de la ilusión y de la convicción en las propias ideas». El santanyiner está convencido de que el PP gana cuando se autoafirma, no cuando muerde y niega al contrario.

En el PSIB hay más nervios que en una película de cine mudo. Lo disimularán, pero les tiemblan las castañuelas. La fecha del 26 de junio no les conviene. Es el primer domingo de verano. Los trabajadores de Hostelería trabajan a tope. «Perjudica el voto obrero balear», comentó la mismísima Francina Armengol nada más saber la fecha. No es para menos. Un feudo suyo como es Calvià este día será una máquina de currar sin desmayo. Lo mismo puede decirse de la Playa de Palma, Cala Millor, Port d'Alcúdia y tantas otras zonas turísticas. La competencia para conceder las horas legales para ir a votar corresponde a la Administración central. Pero en el Consolat son conscientes que la gente no tendrá en muchas ocasiones margen real para abandonar hoteles, bares y restaurantes durante varias horas. El Govern ha estudiado poner en marcha una campaña institucional para incentivar el voto, pero saben que habrá muchas protestas si lo hace porque incrementa el gasto público y sonaría a partidismo.

Donde hay pena es en el PI. Su líder, Jaume Font, anda un tanto desolado porque no se presentan. No pueden asumir el gasto de una nueva campaña. Saben que no es su batalla. Lo hubiera sido si Més hubiese aceptado su oferta de concurrir juntos. Pero Més se ha negado. «¿Qué quedará de su personalidad nacionalista si se van con Podemos? ¿Quién defenderá ahora en Madrid los intereses de Balears?», se lamenta Font. En todo caso, se da por seguro que muy buena parte de sus 13.000 votos no irán al PP.

Pero en Més el nuevo gurú ideológico se llama David Abril. Todos le escuchan, todos acaban siguiéndole. «Este chico de Inca tiene carisma», dicen sus seguidores. Es el más firme partidario de un acuerdo con los podemitas. El mismísimo Biel Barceló, líder del PSM, ha asumido las tesis de Abril. El pacto se está cociendo. Haciendo una proyección (nunca fiable del todo) el acuerdo les convierte en la primera fuerza de Balears en competencia directísima con el PP.

Curiosamente, Biel Barceló, que no hace mucho se ha cambiado de domicilio, vive prácticamente pared con pared con Miquel Vidal, en la Avinguda Argentina. Ahora son adversarios que se disputan el liderazgo en Balears y...entrañables vecinos.

Así está el patio a poco más de 50 días para la gran cita, con muchas más incógnitas de las que deberían plantearse sólo cuatro meses y medio después de las anteriores y frustradas elecciones generales, Queda mucha tela que cortar en un 26-J en el que puede hacer un calor de mil demonios.