José Ramón Bauzá y Miquel Vidal durante una rueda de prensa en Palma. | Jaume Morey

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El alineamiento de Bauzá con el pijerío madrileño de la Red Floridablanca ha encendido a los regionalistas. Este martes los pasillos del Parlament hervían. El debate y aprobación del Impuesto para el Turismo Sostenible (la ecotasa, vamos) pasó a un segundo plano entre las filas populares. Todos hablaban de José Ramón y de cómo se ha lanzado al ruedo vestido de luces, uniéndose a la élite madrileña que empuja para echar a Mariano Rajoy cuando Pedro Sánchez acabe por formar Gobierno. Hasta el prudentísimo Miquel Vidal dio la cara para recordarle al farameútico de Marratxí que con él al frente el PP Balear obtuvo los peores resultados de la historia.

Vidal ya está hasta la boina de Bauzá. Ya hay que considerarle uno más dentro de las filas regionalistas. El que es seguro que no perderá los nervios es Biel Company, presidenciable regionalista in péctore en el próximo congreso. No hará ningún zapateao antes de hora. Esperará el momento apropiado, según lo previsto. Este martes contaba una historia en el Salón de Pasos Perdidos al que quisiera escucharle: «Nosotros somos Astérix y Obélix. Estamos esperando que lleguen los romanos en formación para darles una buena tunda política. De momento lo mejor es mantenernos relajados comiéndonos pacientemente un jabalí».

Hay frío sosiego. Pero la guerra está declarada. Lo denotaba la cara de Antonio Gómez, que tenía la expresión de La Dolorosa en una procesión de Jueves Santo. Gómez, que fue vicepresidente y leal alabardero de Bauzá cuando estaba en el Consolat, se ha quedado ahora en terreno de nadie. En el Parlament no se despega de Vidal y se acerca dócilmente a los regionalistas. Pero su pasado es el que es. Se da por seguro que este martes se ha llevado la decepción de su vida con la actitud de José Ramón. Su cara reflejaba la decepción de sentirse utilizado durante cuatro años por el que por entonces era su presidente para hacer la tarea más ingrata del Govern, incluidas purgas de compañeros, desde Pere Rotger a Tomeu Cifre y pasando por otros muchos.

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Company espera a Bauzá al frente de las cohortes romanas una vez que Rajoy haya caído y los Cifuentes, Marotos, Casados y Levys hayan tomado el poder en Madrid. Pero esta jugada del marratxiner puede salirle por la culata. Los rodriguistas están intranquilos. Están enfrentados a los regionalistas, pero tampoco les gusta el pijerío capitalino. Son tropa de barriada, gladiadores de la política periférica y a pie de acera. Se han olido que la consigna de un militante un voto de la Red Floridablanca y de Hablan las Bases de Deudero no es más que un movimiento táctico para echar a Rajoy.

Por detrás se huelen elitismo pijo a una legua. Ven al nuevo despotismo ilustrado que se ha puesto coyunturalmente la manida peluca de la democracia interna. Y están intranquilos. No les gusta el rumbo. No criticarán a Bauzá y a los que maneja porque los necesitan para sus objetivos de mantener el poder en Palma, pero saben que el regionalismo está más cerca de su manera de ver la realidad que los Floridablanca-Hablan-las-Bases del mírame-y-no-me-toques.

Ahora habrá que comprobar qué peso tiene Miquel Vidal en Madrid mientras Rajoy logre mantenerse en su puesto. ¿Conseguirá el actual president el apoyo de Génova para echar a Deudero de presidente del Comité de Garantías? La madre del cordero está en el expediente abierto a Aina Aguiló. Madrid tiene la última palabra sobre si suspende de militancia a la afiliada número 18.190 del PP-Balear. Si no lo hace o congela el asunto fortalecerá a Vidal. Si margina a Aguiló, la tribu de Deudero cantará victoria, desenterrará el hacha de guerra y se preparará para objetivos mucho más ambiciosos.

En el PP ya se hacen bromas. «¿Abrirá Deudero expediente a Bauzá por sus declaraciones?». Como se sabe, Aina Aguiló fue empapelada por una discursión que tuvo con el secretario general, Andreu Ferrer, en la cena de Navidad del partido (después llegaría otro expediente). Pero ahora resulta que Ferrer, que ha olido cambios profundos, se ha puesto la disciplina interna por montera y se ha sumado a los muchachos de las Nuevas Generaciones que piden la dimisión de Rajoy. ¿Y es el levantisco Ferrer el que quiere conseguir que expulsen a Aguiló? Mueve a la risa. Y más en aguas tan removidas.