Pilar Carbonell. | Joan Torres

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La directora general de Turisme, Pilar Carbonell, tuvo que disculparse hace unos días ante un alto cargo del Consell por no haber convocado a los mallorquines a la reunión que mantuvo con los responsables turísticos de Menorca, Eivissa y Formentera la semana pasada en la sede de la Conselleria, en la calle Montenegro de Palma . El encuentro se prolongó en una comida en el Celler Pagès.

La explicación oficial de la calle Montenegro de este «desprecio» fue que Mallorca no tiene transferidas las competencias en ordenación turística, aunque sí está previsto asumirlas esta legislatura. En el Consell de Mallorca se han tomado con sorna e ironía esta excusa montenegrina. Comentan que en la vicepresidencia turística aún se respira el Síndrome Salom, recordando que en la pasada legislatura el conseller del PP, Carlos Delgado, pasaba olímpicamente del Consell gobernado por Maria Salom. A ello se sumaba José Ramón Bauzá desde el Consolat, que ya le daba vueltas a la idea de suprimir el Consell de Mallorca de un plumazo. No se atrevió al oler resistencia regionalista.

Ahora, con la izquierda en el poder, las relaciones tampoco parecen de lo más fluidas. Y eso que el vice autonómico Barceló es del mismo partido que el presi insular Ensenyat (PSM). Lo cierto es que Montenegro se dio cuenta del patinazo pidió disculpas. En la mesa hay cuestiones de gran trascendencia, como el reparto del dinero de la futura ecotasa, sobre todo después de que Podemos exija que una buena tajada vaya a los Consells, comenzando por el de Eivissa, para el que pide un 20% de la recaudación total. Y luego hay que engrasar al resto de Consells...Y Podemos también reclama dinero para los Ayuntamientos. No es de extrañar que en la Conselleria de Turisme se olviden de Mallorca.

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Montenegro duda. Biel Barceló negocia el nuevo impuesto con los hoteleros, que a cambio exigen inversiones en las zonas turísticas. Sabe que el asunto se le puede escapar de las manos ahora que incluso el PP ya ha elaborado su propio proyecto de ecotasa y cada vez está más subido al carro de aceptar el nuevo tributo. Pero en el Consell de Mallorca se dan cuenta de que Barceló está cada vez más encerrado en sí mismo.

Mientras, comienza a notarse una cierta falta de impulso por parte del Consolat, que deja hacer y se sitúa en la levitante cumbre del dejar hacer y dejar pasar mientras no haya conflictos. Al llegar a la presidencia, Francina Armengol quiso desmarcarse del estilo Bauzá, que montó un sanedrín particular encima de los cañones del Passeig Sagrera que hacía, deshacía y asumía el poder absoluto. Francina, que encabeza una coalición, se rodeó de un equipo muy reducido y con pocas ganas de convertirse en máquina impulsora y, mucho menos, en intermediadores entre los inevitables conflictos entre aliados que se iban a producir. Ya se han visto varios casos.

El Consell de Mallorca le pidió a Cort el edificio de Gesa (que pronto se caerá a cachos) para rehabilitarlo y trasladar allí sus funcionarios. La negativa de Cort fue tajante a la par que se anunciaba que allí no se haría nada de nada. Hacen falta 13 millones que no tiene. Es un lugar clave de Palma y de Mallorca. Es el nudo de la fachada marítima, con un Palau de Congresos sin terminar ya de manera crónica, un edificio racionalista protegido que se hunde en la desidia, un proyecto de boulevard que no se hará...y un Consolat que deja escapar la oportunidad de reunir a todas las instituciones implicadas (son de los mismos partidos) y comprometerse a obtener recursos de debajo las piedras (léase Europa y Madrid) para conseguir un avance conjunto que beneficie a todos. Es sólo un ejemplo de los muchos que se podrían lanzar si el Consolat desplegase velas y marcase rumbo compartido.

Pero el Passeig Sagrera calla en vez de establecer e impulsar sinergias de convergencia. Y el Consell de Mallorca va la suya, y Cort a sus asuntos y cada vez hay más tinieblas en Montenegro, con o sin disculpas de Pilar Carbonell a los jefes del Consell.