Las plazas reservadas para personas con movilidad reducida no siempre son respetadas por los vehículos. | ARCHIVO

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Desde el 24 de diciembre las personas invidentes tienen derecho a solicitar a los ayuntamientos la tarjeta que permite el aparcamiento en zonas reservadas para personas con movilidad reducida.

Esta acción ha hecho las alarmas de este último colectivo ante una medida, tomada a nivel estatal, que complicará aún más el problema de aparcamiento existente por la falta de plazas reservadas y el por alto nivel de fraude que se produce.

En estos momentos en Palma existen 1.707 reservas de estacionamiento para personas con movilidad reducida y 2.798 distintivos, pero «el problema fundamental es el fraude», lamenta Matías Bosch, presidente de Predif en Balears, la Plataforma Representativa Estatal de Personas con Discapacidad Física.

Afirma que hay familiares o amigos de titulares de esta tarjeta que hacen uso de la misma, pero también ocurre que a veces no se da de baja la tarjeta de una persona que ha fallecido o esté, por ejemplo, en una residencia de ancianos y se continúa utilizando. El aparcamiento de coches sin distintivo en estas zonas también es habitual en las ciudades.