La iglesia de los Capuchinos se convirtió en comedor por unas horas para ofrecer la comida de Navidad a los’ sin techo’. | Jaume Morey

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Un año más la Navidad no fue para todos igual, aunque unos pocos trataron de que lo fuera, cobijando al que no tiene techo, dando de comer, o de cenar, al que no tiene nada en la nevera o no tiene ni nevera.

Este viernes, día de Navidad, como cada año, la iglesia de los Capuchinos de Palma se convirtió durante unas horas en comedor social, cambiando los bancos por mesas para diez comensales, se calcula que asistieron unas cuatrocientas personas que, por turnos, fueron dando buena cuenta de sopa de Navidad con muchos menudillos, seguido de escaldums, y, de postre, mandarinas, turrón, mazapanes y ensaimada, todo ello con agua y naranjada.

En Can Gazà, donde todos trabajan tres horas al día para que nadie les pueda echar en cara que lo que se comen se lo regalan, cenaron, como siempre, a las 20.30 horas. En esta ocasión, además de una buena cena, hubo turrón y brindaron con refresco o agua para que las cosas vayan mejor en el próximo año.

En Zaqueo, también como en Nochebuenas anteriores, hubo, dentro de lo que cabe, fiesta con abundancia de pollo al ast que trae el rumano Basilio. Él trae 130 pollos, más otros 30 que regaló Paco, una persona que trabaja con él, ensaladilla, croquetas, sopa, ensalada de frutas, unas pastas que dejaron unos alemanes, otras que llegaron desde la Hermandad del Rocío de Palma y chocolate caliente que estuvo haciendo allí Mercé, la hija de Damián y Cristina, de Costitx. En definitiva mucha solidaridad, por Navidad.