Hasta el martes por la tarde, el rodriguismo está cuerpo a tierra esperando el bombardeo. | Jaume Morey

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El rodriguismo suda alquitrán desde que este viernes por la mañana ha corrido la voz como la pólvora: «¡Viene la fiera!». El próximo martes, en que se cumple el 52 aniversario del asesinato de Lee Harvey Oswald en Dallas, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, aterriza en Son Sant Joan y se va directa a la calle Palau Reial. Misión: «Poner orden, con la mano plana si es preciso». Objetivo principal: «Decirle a la cara a José María Rodríquez que como su tropa haga el vago en la próxima campaña electoral para que Mateu Isern saque un mal resultado en Palma lo va a convertir en morcilla de Burgos». En Madrid hay muchos nervios porque las encuestas que manejan indican que no pueden tirar ni un voto o Rajoy se las verá canutas para volver a ser presidente. María Dolores sabe que como los rodriguistas se rasquen la panza las próximas semanas eso le puede costar un diputado al partido.

Rodríguez y su gente pasan de Cospedal. Absoluta y visceralmente. Y desde hace años. De hecho María Dolores ya había anunciado que venía. Concretamente dos viernes seguidos de hace varias semanas. Pero nada. Rodríguez toreó el santo encuentro con la fiera por problemas de agenda. Esta vez no ha podido. Le han cazado de espaldas a la pared.

Este viernes por la mañana José María se ha reunido con Mateu Isern y con Miquel Vidal para preparar las próximas elecciones generales. Allí le han pegado el tiro. Le han dicho que María Dolores llega el martes y él tiene que dar la cara «aunque se hunda Sa Murada». También Miquel Vidal anda preocupado y algo ventriflojo. Jugó fuerte para que la Junta Insular designase a los candidatos al Congreso. De número 4 salió Álvaro Gijón. Pero en Madrid Cospedal se sulfuró y enseñó los colmillos: «Éste fuera. No va en la lista ni en pintura». Por haberle hecho chuladas a Mateo. Y puso de 4 a Mariona de Calvià, un angelito que sólo había sacado tres votos. El president Vidal hizo el ridículo. Tanto que se fue con el tractor a una de sus dos fincas de Santanyí, apartado del mundanal ruido por unos días. Pero el martes, como Dios manda, se pondrá del lado de la secretaria general, colaborando en los preparativos del funeral del rodriguismo, que no se oficiará hasta que hayan pasado las generales.

Mateu Isern es un querubín a ojos de María Dolores. En cine sería su Gary Grant. De hecho, fue uno de los pocos alcaldes invitados a su toma de posesión como presidenta manchega hace cuatro años. Allí empezó a ponerse celoso Bauzá. Ahora Cospedal no quiere que su Mateo fracase. Además, Cospe también se juega el pellejo político. Ha perdido la presidencia de Castilla-La Mancha y también ha perdido el pulso con Soraya para ver cual de las dos es la favorita de Mariano. Cospe ve venir la cuerda floja. Un mal resultado en las generales podría ser su final político. Por eso viene a Palma a poner orden con una mala baba digna de una manada de orcos de 'El Señor de los Anillos'. Rodríguez, como ya le pasó a Gijón, puede pagar muchos platos rotos en la cocina de Génova.

José María ya se ha puesto el chaleco antibalas. Este viernes, tras acabar la reunión con Isern y Vidal, le ha echado cara al cotarro y ha dicho, oficialmente y en tono melifluo, que «como no puede ser de otra manera, Mateo tendrá todo nuestro apoyo. Trabajaremos al máximo para que el PP obtenga en Palma el mejor resultado posible. Así será, sin duda». Pero sus huestes padecen un ataque crónico de 'vaguitis' desde que Maria Dolores guillotinase a Álvaro. No se sabe qué pasará en realidad en los diferentes distritos de Palma, donde están en juego decenas de miles de votos.

Cospedal está informada al milímetro del golpe de estado perpetrado por el triunvirato Bauzá-Rodríguez-Gijón para echar a Isern de la alcaldía de Palma hace medio año. Le sobran soplones mallorquines. Y este martes, como Rodríguez se haga el respondón, María Dolores le largará un broncón de película de terror.

Por su parte, Isern está contento y tranquilo. Le llegan refuerzos de Madrid. Nada menos que la secretaria general. Mientras, él y su grupo se van asentando en Palma de cara al proceso congresual del 2016, en el que está prefijada la liquidación del rodriguismo y la jubilación de su santo fundador. En la sombra, el trabajo de Tito Fiol está dando sus frutos. Mientras, y hasta el martes por la tarde, el rodriguismo está cuerpo a tierra esperando el bombardeo.