Francesc Miralles, José Hila y Francina Armengol. | Joan Torres

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El Consell le lanzó una oferta a Cort la semana pasada: trasladar sus servicios administrativos al edificio de Gesa y, a cambio, ceder a Cort la gestión del Poliesportiu Sant Ferran y el edificio del Polígon de Llevant donde actualmente se enclava el museo Krékovic. Respuesta de Cort: NO. Argumento: «La titularidad del edificio de Gesa es municipal. Se dedicará a centro de promoción cultural, oficinas y locales para vecinos. Y punto». El Consell quedó perplejo: tiene previsto convertir la Misericòrdia en el gran centro cultural de Mallorca. «¿Para que quiere Cort un cromo repetido en Gesa, que además es un edificio de oficinas declarado BIC?.

Trasladando a sus funcionarios a Gesa, el Consell podría convertir su sede neogótica de Palau Reial en museo donde exhibir los más de 400 cuadros de su patrimonio pictórico. En pleno auge turístico del Casco Antiguo, cuando se está construyendo un segundo hotel en la plaza de Cort y ya se ha concedido licencia para un tercero, «¿qué mejor que un museo en sus inmediaciones?». Pero Cort ni se inmuta. Ni caso. Y eso que las dos instituciones están gobernadas ¡por los mismos partidos!

«No hay dinero»

Puestas así las cosas, y en plena exhibición de tozudez, lo mejor es preguntarle al alcalde, José Hila , cuando arrancará el proyecto municipal de Gesa. Respuesta de la primera vara: «Comenzará cuando tengamos dinero. Hacen falta 14 millones que no tenemos. Cuando sea posible desarrollaremos nuestro proyecto en Gesa, pero de momento no puede ser». Hila no escucha ni al Consell ni del mulah de Uzbequistán. Aunque Gesa se caiga a cachos, el emblemático edificio de Ferragut es de Cort y lo será per sécula seculórum.

Pero si no hay dinero para el edifico de Gesa, al menos lo habrá para hacer el boulevard de la fachada marítima, desde Antoni Maura hasta el Palau de Congressos y el Portitxol...El alcalde responde: «No hay dinero. Es muy caro. No podemos». ¿Y para hacer una nueva fase del Parc de Sa Riera?: «Tampoco. O cambian las cosas en materia de financiación o no es posible».

En definitiva: el Consell no hace porque no le dejan y Cort porque dice que no tiene ni un céntimo. En definitiva, «otra legislatura perdida», comentan los más pesimistas. En la anterior, y en nombre de la austeridad, no se hizo prácticamente nada. Y en la actual, y entre zancadillas institucionales entre compañeros de partido, «vamos por el mismo camino». Son ocho años perdidos...doce si se suman los del segundo Pacte de Progrés con Antich a la cabeza...aquella legislatura de festival ante los juzgados y de overbooking en los calabozos de comisaría, de detenidos, esposados exhibidos ante las cámaras y encarcelados.

La crisis económica, iniciada en Balears a finales del 2008, ha paralizado la actividad pública de manera implacable. Ahora se cumplen siete años de la llegada efectiva de la crisis. Es un número mítico. En la Biblia las penurias se acababan a los siete años. En Balears nos vamos de cabeza hacia el 2019 con una mano delante y otra detrás en lo que se refiere a la realización de proyectos importantes que representen la visualización de un proyecto de país desde sus instituciones de autogovern.

¿Y el Govern Armengol?

Parece que el Consolat sigue el mismo camino del Consell y Cort. Botón de muestra: el complejo de edificios de la antigua Son Dureta va camino de la más ignominiosa ruina. De momento nada se sabe del centro socio-sanitario que estaba previsto levantar en este importante complejo público que todavía es propiedad de la Seguridad Social sin que se haya transferido por desidia de las instituciones baleares.

La falta de dinero y las no excesivas ganas de reclamarlo con contundencia a un Paseo de la Castellana que nada en la abundancia anuncia años de escaso desarrollo del autogovern en realizaciones que generan autoorgullo entre el sufrido electorado.

¿Dónde está el empuje para reclamar a Madrid una financiación justa, una contundencia que una a toda la colectividad isleña ante tanto atropello y tanto expolio?. Y lo que es más triste: el dinero que se rasque a los turistas mediante la ecotasa se destinará a depuradoras y a inversiones que satisfagan solamente o en gran medida a los hoteleros. No habrá interés general en este impuesto. No hay interés general en las trifulcas entre instituciones, como pasa entre el Consell y Cort. La visión general se marchita en una sociedad desarrollada y exprimida por Madrid donde sus representantes proclaman que no harán nada importante «porque no hay dinero» cuando los ciudadanos están hartos de pagar tributos.