El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acompañado por la ministra de Fomento, Ana Pastor durante la puesta en servicio en Jaén del tramo Linares-Ibros, de la Autovía A-32. | Jose Manuel Pedrosa

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El panorama no pinta bien para el PP Balear. Tienen que afrontar las próximas y navideñas elecciones generales con su propio desbarajuste interno y con un Papa Noël Rajoy de capa caída que huele cada vez más cerca el pacto Pedro Sánchez-Albert Rivera para gobernar España poco después de la noche de Reyes. Es una situación muy diferente a la de 1999. En junio de aquel año se formó el primer Govern Antich, pero a principios del 2000 se celebraron las generales y el PP de Aznar y Matas le endosó un 5-2 al PSIB en Balears con Rosa Estaràs de cabeza de lista. Allí comenzó la reculada del primer Pacte de Progrés.

El panorama actual no es comparable. Por entonces había boom económico y el aznarismo atravesaba horas de gloria. En Balears el Govern Antich comenzó dubitativo y sin grandes iniciativas cuando había dinero para intentarlo. Ahora el Executiu Armengol ha arrancado con peor pie, sin apenas presupuesto para hacer nada importante y teniendo que soportar la inquina podemita. Pero hay factores más importantes a su favor. El PP Balear no sólo carece de líder, sino que nadie se postula claramente para querer serlo. El ala regionalista ha vuelto a sus cuarteles de invierno y en Palma manda el eterno rodriguismo supervisado por un Miquel Vidal que es un enemigo declarado de los líos. Con estos mimbres el PP Balear debe andar con mucho cuidado en las generales y sus ocho diputados en juego porque podría sufrir algo muy parecido a una debacle.

El PSIB confía en el tirón Sánchez haciendo números conforme a los resultados de las pasadas autonómicas tanto Més como Podemos pueden aspirar legitimamente a un escaño. Mientras «no parece que Mariano nos reporte muchos votos esta vez. Tendremos que espabilarnos más que nunca», confiesa un miembro destacado del PP.

La contradicción más importante se encuentra en el seno de la izquierda. El PSIB ve cada vez más claro que el poder económico apuesta por el pacto Sánchez-Rivera que impulse un pacto con Catalunya que desemboque en una reforma de su Estatut y su reconocimiento como nación. Rivera parece jugar a otra cosa, pero en realidad sabe que la raíz del problema catalán es económico y que sólo se conllevará si se palía su actual déficit fiscal. La jugada ya está en marcha.

El problema para Armengol es que la formación Ciudadanos en Balears, además de escasamente implantada, tiene un «muy bajo nivel político». Se dedican a hacer cantos a la unidad de España pero no se les ve ni concienciados ni clarividentes respecto al expolio fiscal que padece Balears. El acuerdo Sánchez-Rivera tendrá «un muy mal encaje en el Archipiélago».

En estas condiciones se acerca implacable el voto navideño. El día de la Lotería se hablará de pactos postelectorales; el día de Navidad lo mismo y la política puede que hasta contamine la Noche Vieja. Rajoy estará presente este año en los belenes. Nunca había pasado una cosa igual en España. Es el más claro anuncio de la debacle del PP. En Balears lo saben, pero poco pueden hacer. Viven horas de desconcierto y temen acabar en la oposición en Madrid, cantando villancicos.