Cristòfol Soler. | Jaume Morey

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Este viernes el soberanismo catalán lanza su gran órdago de masas. No es una apuesta de altos cargos públicos sino de la sociedad civil. En la Meridiana de Barcelona habrá representación balear. En el Tram Zero estarán el expresident del Govern Balear, Cristòfol Soler, especialmente invitado por la Assemblea Nacional Catalana como máximo exponente de los soberanistas de Mallorca. A su lado estarán los presidentes de la OCB, Jaume Mateu, y del Grup Blaquerna, Tomeu Martí.

Mucho más atrás, conforme a la estricta organización que se ha montado, en el Tram 14 se ubicarán los baleares. El jueves ya había «más de mil inscritos», según fuentes de la organización. Llegarán de las cuatro islas y también habrá universitarios isleños que estudian en Barcelona. Esta semana han ido incorporándose a las clases. Los compañeros más comprometidos hacían llamadas a los colegios mayores, residencias y pisos privados para que acudiesen.

Los balears se concentrarán justo detrás del los llegados del País Valencià (Tram 13) y de la Catalunya Nord (Tram 12). Va a ser un día especial, a las puertas de unas elecciones tan importantes como inciertas y después del semifrustrado referéndum del pasado 9 de noviembre.

La incertidumbre es total. Las dos formaciones que apuestan claramente por la independencia (Junts pel Sí y la CUP) consiguen según las encuestas la mayoría absoluta en escaños pero no en votos. La legitimación total del proceso sólo se vería refrendada si consiguiesen la mitad más uno de todos los sufragios que se emitirán el 27-S, pero si lograsen la mayoría absoluta en escaños aseguran que «el proceso seguirá adelante».

Quedan por delante dos semanas de una intensidad nunca vista en unas elecciones autonómicas o incluso en unas generales desde el comienzo de la Transición. Pero lo más preocupante es que sigue el diálogo de sordos entre el Palacio de la Moncloa y el Palau de la Generalitat. Nadie acierta a asegurar qué pasará el 27-S y en las jornadas posteriores. Pero fuentes soberanistas mallorquinas destacan que «si Rajoy hubiera aceptado el referéndum, tal y como hizo Cameron con Escocia, habrían tenido muchas más posibilidades de cerrar el proceso a favor de los deseos de Madrid». Con unas elecciones todo es más confuso porque el soberanismo puede mantener el poder en Catalunya con bastantes menos votos y con la ayuda de la Ley d'Hont.

Pero lo peor es que que la escalada de diatribas y descalificaciones puede ir en aumento a menudo que se acerquen las urnas. Madrid se ha tomado este órdago catalán como «una revuelta» y «se les nota la falta de mano izquierda que supondría saber tratar con cariño a los catalanes. Con eso tendrían mucho ganado. ¿Por qué reaccionan de manera tan arisca?», afirman fuentes soberanistas.

El pulso entre Madrid y Catalunya no es nuevo. En términos contemporáneos tiene más de un siglo desde la articulación de Solidaritat Catalana alrededor de 1906. Ya había mallorquines en aquel proceso. Se dice que el periodista Miquel dels Sants Oliver, codirector de La Vanguardia, falleció a consecuencia de una enfermedad repentina al negarse a escribir un editorial antisoberanista tal y como le pedía su editor. De eso hace ya más de 90 años, «pero en términos colectivos muchas heridas que siguen abiertas».

Y, de momento, no hay manos tendidas por ninguna de las dos partes (Gobierno y Govern) aunque sí intentos de terceras vías por parte de los socialistas, que han perdido votos a expuertas e infinidad de militantes en Catalunya. Mientras, «Todo se fía a las urnas. Produce escalofríos».