Alpargatas en el Parlament. | Pere Bota

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La llegada de los diez diputados de Podemos al Parlament, que encima ostentarán la presidencia de la Cámara, antigua sede del Círculo Mallorquín, ha levantado estupor: alpargatas, piercings, tatuajes y peinados-protesta se mezclaron con los trajes y las corbatas. Todo cambio trae estas consecuencias. Desde siempre. Desde que la Asamblea Nacional Francesa de 1789 acabase con la moda de las pelucas. Ahora le toca el turno a las corbatas y a los trajes-chaqueta de las señoras.«La mejor manera de afrontar eso es comprenderles, hasta que las cosas vuelven a su cauce y retomen el rumbo del equilibrio», afirma un dirigente de la izquierda tradicional.

En 1937 la República en guerra nombró ministro de Justicia a Juan García Oliver, anarquista y antiguo pistolero de la FAI. Siendo ya ministro acudió a una recepción ofrecida por autoridades británicas en Valencia. Oliver se presentó vestido impecablemente de smoking. Con ironía, un británico le preguntó: «¿Cómo? ¿Un miembro de la FAI en smoking?». Y el titular de Justicia respondió: «Sí, yo antes era camarero». También este jueves algún excamarero entro en la Cámara. Pero el sistema todo lo absorbe. Y que nadie olvide que un trabajo de camarero hoy en día (como en los años 30) es mucho. Así es el signo de los tiempos. Acabada la guerra, García Oliver se exilió en Méjico. Acostumbrado a mandar, se convirtió en empresario.

Si se mira la vida en el exilio de muchos de aquellos revolucionarios de 1936, se ve que cuando un sistema les acoge, acaban adaptándose y hacen avanzar el sistema de libertades desde el equilibrio. Se puede comprobar mirando las fotos de las milicias revolucionarias que en aquel incendiario verano del inicio de la guerra civil salían a combatir hacia la Sierra del Guadarrama. Destaca por su hermosura una jovencita con un fusil casi tan grande como ella. Se llamaba María Arnaiz. Militante comunista, leninista convencida, Arnaiz también huyó a Méjico al final de la guerra. Su marido fue fusilado en Madrid. En Méjico estudió Derecho. Cuando falleció la década pasada fue honrada como una de las catedráticas más prestigiosas de aquel país. Sus libros de Derecho político son un sólido canto a la democracia.

Entre los comisarios políticos que detuvieron el avance de las tropas franquistas hacia el corazón de Madrid se encontraban jóvenes escritores como Ramón J. Sender, o compositores como Gustavo Durán, que ya en el exilio acabó trabajando para la ONU como intermediario y pacificador en conflictos africanos

Los ejemplos de aquella generación de combate, muchos de cuyos componentes apenas tenían 17 años, son interminables. Hay que aprender del pasado para entender que es preciso comprender a los jóvenes, a los que eligen y a los elegidos, pero todos obsesionados por la carencia de futuro y, sobre todo, no tratarlos como apestados o como chusma. «Eso es peor que un error, son tics inquisitoriales que nos retrotraen al pasado más negro de nuestra Historia», afirma un veterano socialista. Antonio Machado decía que de cada diez cabezas nueve embisten y una piensa. Hay que aprender de su legado.

Cuando una generación joven amenaza con la ruptura total, lo que debe hacer un sistema político inteligente es respetarles, porque toda fuerza renovadora, si no se siente despreciada, acaba por ser positiva y capaz de mejorar todo lo existente.

Los diputados con alpargatas en el Parlament pueden ofender. Unos son más jóvenes que otros, pero todos desprecian la casta. Lo importante es visualizar que ellos también son el futuro.