La antropóloga y escritora Jacqueline Waldren durante la lectura del pregón de la Festa de l'Estendard en el Ajuntament de Palma. | Teresa Ayuga

TW
6

El alcalde de Palma, Mateo Isern, ha destacado este martes en el acto de apertura de la Festa de l’Estendard que casi 800 años después de la conquista de Mallorca «mallorquines y palmesanos nos sentimos orgullosos de mantener viva esta celebración tan llena de tradición y simbolismo».

En el Salón de Plenos de Cort, donde la antropóloga y escritora Jacqueline Waldren ha leído el pregón inaugural de la fiesta, Isern ha llamado a la participación «para que esta fiesta mantenga su vocación original: ser la expresión de un sentimiento popular, una celebración bien arraigada de la cual somos herederos, depositarios y transmisores a las generaciones venideras».

Isern se ha referido a Waldren como una de las voces «de tantos y tantos intelectuales y artistas que por diferentes motivos y en circunstancias muy diversas eligieron Mallorca y Palma para vivir y para trabajar, escribir, pintar y contarlo al mundo entero» precisando que «la interacción de esta elite cultural e intelectual con nuestra cultura y tradiciones propias ha sido un privilegio muy fructífero y enriquecedor». Esto, en muchos casos ha contribuido «a una mayor valoración de nuestro patrimonio cultural, histórico y paisajístico como fue en su momento el caso del Archiduque Luís Salvador, todo un precursor».

Para Isern, ejemplos como Santiago Russinyol, Rubén Darío, Robert Graves, Camilo José Cela, Gertrude Stein, Joan Miró y el matrimonio formado por William y Jacqueline Waldren «ha actuado como un estímulo extraordinario para nuestra sociedad. No creo que haya ninguna isla, ninguna ciudad que a o largo de diferentes épocas haya sido capaz de atraer tanto talento extraordinario como ha atraído Mallorca». En este sentido, ha recalcado que «somos el resultado del paso de diferentes civilizaciones que han dejado su pisada en la propia configuración tanto física como intangible de Palma».

El alcalde de Palma se ha referido también a la progresiva transformación que ha experimentado la ciudad a lo largo de los siglos, «un proceso constante de cambio» que ha estado también presente en el pregón de Waldren y que «constituye toda una oportunidad, la oportunidad de evolucionar para ser, ahora más que nunca, una ciudad moderna e integradora. Una capital culta, próspera, con vocación de recibir y hacer sentir como en su casa a los que nos visitan».