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«Mi padre (Llorenç Antich) era concejal del Ajuntament d’Algaida por el partido republicano cuando empezó la guerra y los fascistas fueron a buscarlo a casa en el verano de 1936», declaró ayer Isabel Antich Mulet, de 83 años, ante la titular del Juzgado de Instrucción 4 de Palma, Piedad Marín. La testifical se realizó a instancias de la jueza argentina María Servini, que investiga una denuncia presentada por las víctimas de la represión franquista.
«Mi padre se escondió en casa al principio, pero luego decidió entregarse a los fascistas porque decía que no había hecho nada malo. Fue al Ayuntamiento acompañado por un guardia civil que vivía al lado nuestro y estaba de vacaciones. Yo tenía cinco años y esa fue la última vez que lo vi. Le pregunté adónde iba y me respondió: a Palma a comprarte un vestido», relató la hija del exconcejal asesinado.
Acompañada del letrado Alejandro Juárez, Isabel Antich, recordó, emocionada, bajo qué circunstancias su padre encontró la muerte: «Mi madre le vio en una camioneta que se dirigía a Manacor junto a otros ocho detenidos que habían recogido en Porreres. Los llevaron a las proximidades del cementerio de Manacor, les dispararon a las piernas y luego, vivos, los quemaron en una hoguera».
«No puedo olvidar esos días de gran sufrimiento y de angustia que se ha prolongado durante toda la vida y la de la familia, ya que nunca tuve respuesta», añadió.
Isabel Antich dijo a la jueza que realmente no sabe dónde están enterrados los restos de su padre, ya que en el cementerio se edificó un polideportivo. «Mi madre nunca recuperó la alegría; siempre hemos tenido en cuenta la tragedia y la hemos vivido cada día de nuestras vidas, como si el asesinato hubiese ocurrido momentos antes», precisó.
Isabel Antich es la tercera hija de víctimas de la represión franquista en Mallorca que declara en sede judicial en cumplimiento de una solicitud de la jueza argentina Servini, que abrió un proceso por la denuncia de distintas organizaciones españolas entre las que se encuentra Memoria de Mallorca. Declaró junto a su marido, Joan Bibiloni, y su hija, María Jesús.