Sastre ha regresado a su casa para proseguir con su recuperación. | Pere Bota

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Jaume Sastre (Sant Joan, 1959) dejó el pasado lunes la huelga de hambre iniciada el 8 de mayo, con la que ha perdido 18 kilos, para exigir al presidente Bauzá que dialogue con los docentes.

—¿Cómo se encuentra cinco días después?
—Muy bien, ayer ya pude comer pollo a la plancha. A veces me entra debilidad en las piernas y la tensión vivida me pasa factura, pero todo es normal.

—Usted sabía que Bauzá no movería ficha, ¿cuál era el objetivo real del ayuno?
—Sí, lo sabía, porque he llegado a la conclusión de que la orden de no ceder y no dialogar con los docentes viene de Madrid; al igual que Rajoy no negocia con Catalunya, Bauzá no lo hace con los docentes. Si no hubiera complicidad ya le habrían parado los pies. Por eso el objetivo de la huelga era revitalizar el movimiento. Había desánimo tras un curso duro, con 18 días de huelga, expedientes, amenazas, dimisiones... y no podía acabar de forma normal. También era importante llegar a las elecciones europeas con la gente movilizada. Pensé que una huelga así podía ser un revulsivo. Y eso se logró.

—¿Cuál fue el peor momento?
—El fin de semana de las europeas fue crítico, me venía a la cabeza la idea de comer por la ansiedad que sentía, pues si Bauzá salía reforzado hubiera sido un golpe muy duro. Pero los días más duros fueron los últimos, cuando tuve más problemas físicos.

—¿Se había marcado el objetivo de llegar a una fecha concreta?
—No, porque no sabía cómo iba a reaccionar, pero al ver que me sentía bien fuimos cubriendo etapas; la primera fueron las elecciones europeas. Superado ese punto tenía claro que debía continuar en base a pequeños objetivos. El siguiente fue la Diada de la OCB, luego pensé en llegar hasta la decisión de los jueces sobre la compatibilidad o no de Bauzá y finalmente me propuse llegar hasta la manifestación de Barcelona. Pero a partir del jueves anterior empecé a tener dolores de cabeza y los médicos me dijeron el domingo que debía acabar el ayuno porque podría haber secuelas permanentes.

—¿Le afectó la decisión judicial sobre la farmacia de Bauzá?
—Si le hubiesen declarado incompatible yo esa misma tarde hubiera acabado la huelga. Pero, bien mirado, es el mejor contrincante que podemos tener para 2015, yo le defino como el Mourinho de la política, porque estimula y provoca al contrario y divide a los suyos.

—¿Si Bauzá le hubiera visitado, qué le habría dicho?
—Que los políticos pasan, pero los profesionales quedan y que un buen político debe pensar también en cuando él no estará y que si consensúa sus leyes permanecerán.

—¿Qué le parece que el presidente dijera que estaba comiendo?
—Supongo que lo decía de cara a su gente, porque algunos estaban preocupados por el desgaste que la huelga estaba suponiendo.

—¿Esperaba tanto apoyo?
—Me ha sorprendido, pero también he de decir que esto se había trabajado mucho. Me emocionó mucho la reacción de mis alumnos.

—¿Le sorprendió la visita de personas con las que había polemizado en el pasado?
—Pues sí, pero eso dice mucho en favor de esas personas.

—¿Ha echado de menos a alguien?
—Sí, pero no daré nombres.

—El próximo curso se presenta más duro aún.
—Será un cosa nunca vista. Yo soy partidario de dejar las acciones más contundentes para abril y mayo. Huelga de docentes e incluso una nueva huelga de hambre, pero esta vez indefinida con relevos.

—¿Se apuntaría de nuevo?
—No lo descarto, ésta me la tomo como un entrenamiento.

—¿Ha dado aprobado general a sus alumnos?
—No, se han examinado. Lamentablemente no todos han aprobado.