Carlos Gómez, en los pasillos del palacio de Can Berga, sede de la Audiencia Provincial y del Tribunal Superior de Justicia. | M. À. Cañellas

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Carlos Gómez podría ser el último presidente de la Audiencia Provincial si se mantiene la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial que prevé la desaparición de este órgano. Mientras, desde su cargo afronta la difícil situación de las dos secciones penales, afectadas de una sobrecarga histórica de trabajo. Además, acaba de ser elegido para formar parte de la comisión del Consejo que redactará un código ético para el poder judicial.

—¿No se solapa esa comisión ética con la nueva Ley Orgánica del Poder Judicial?
—La necesidad del código ético se plantea cuando hay situaciones en las que a pesar de cumplirse con la ley hay una demanda de algo más. La imparcialidad no exige que uno esté sólo inmerso en causas de abstención o de recusación sino hacer un esfuerzo respecto a uno mismo para saber qué prejuicios tiene uno y saberse distanciar de esos prejuicios. Ir más allá de lo que dicen las normas procesales.

—¿Cómo valora la propuesta de ley orgánica?
—Me parece positivo el reorganizar la primera instancia de este país en el sentido de que no haya una fragmentación de los juzgados. Probablemente no tiene mucho sentido que aquí en Palma haya 25 juzgados de primera instancia. Ha de tratarse de un órgano único con funciones distintas para los jueces que lo integran.

—¿Y lo negativo?
—Lo que no entiendo es por qué para lograr eso se suprimen las Audiencias Provinciales. La Audiencia Provincial es un órgano que, que yo sepa, ha dado buenos resultados en cuanto a su estructura, su composición y que además tiene una tradición centenaria en nuestro país. Además, se puede crear una situación confusa porque la reforma no va a estar acompañada de una modificación de la Ley de Planta.
—A diferencia del anterior proyecto ahora sí se alude a la insularidad.
—Eso me parece positivo. Si los órganos de instancia van a tener una competencia provincial es básico que en territorios como el nuestro se respete la insularidad. No se puede hacer a una persona de Eivissa o Menorca trasladarse a Palma para hacer un juicio de faltas. Se establece un plazo de un año para que las comunidades puedan hacer sus observaciones sobre este problema y yo creo que, claro, Baleares lo hará. Habrá que establecer un sistema que permita mantener los partidos judiciales al menos de Menorca y de Eivissa.

—¿Y qué ocurrirá con Inca y Manacor?
—Inca y Manacor parece más difícil y Menorca tendrá que unificarse en un sólo partido. Pero, por lo que se nos ha informado a nosotros, la entrada en vigor de la nueva ley no implicará el cierre de oficinas judiciales en ningún sitio.

—También ha habido polémica con los aforados.
—Cuando menos aforados mejor. También me parece uno de los aspectos negativos la desaparición de los jueces decanos, en cuanto que es el único que es elegido por sus compañeros. Es un elemento de democratización de la vida orgánica y gubernativa del poder judicial que desaparece. Habrá una estructura más vertical. Hay que preguntarse por qué hay que cambiar las cosas. Cambiar por cambiar ¿Por qué? Pasa lo mismo que con las audiencias, ¿En qué han fallado las audiencias? ¿En qué han fallado los jueces decanos? Al contrario, están en sintonía con lo que les pasa a los jueces y lo que le pasa a la sociedad.

—¿Qué ocurre con los refuerzos de las secciones penales?
—De momento, se ofrecieron cuatro plazas en comisión de servicios, que eso es positivo porque permitirá a cada una de las secciones operar con seis magistrados y, de hecho constituir dos tribunales. El aspecto negativo es que nadie las ha pedido. Y no se han pedido porque las condiciones de trabajo en la Audiencia son duras. No hay un juez actualmente destinado en este territorio que haya querido dejar su trabajo y venir a trabajar en las secciones penales. Eso no quiere decir que no se vayan a cubrir. Se van a cubrir con jueces de adscripción territorial y magistrados suplentes.

—¿Resta calidad a la justicia que se imparte que el refuerzo sean jueces recién salidos de la Escuela?
—Resta, lo que pasa es que tenemos que operar con lo que tenemos. Yo hubiese preferido que viniesen jueces de más experiencia, evidentemente. Hay países en los que de la escuela judicial se va a un órgano colegiado ¿Por qué? Un juez que va de instrucción a un pueblo donde se puede encontrar desde un asesinato a un desfalco está solo y un juez que empieza en la Audiencia trabaja en equipo y es un aspecto que amortiza esa falta de experiencia.